En 2021, la economía podría crecer un poco más del 8%, según plasmó el Gobierno en el Presupuesto 2022. Sin embargo, las consultoras coinciden en que la falta de dólares podría ser un limitante para ese proceso. Algo ya se está viendo y escuchando.
“Han regresado, en los últimos días, las manifestaciones de representantes de diversos sectores productivos relativos a la dificultad de acceso a las importaciones. En la industria vitivinícola en relación con botellas, en la de calzado en relación a partes para su producción, en la de automotores en relación a autopartes, en la de electrónicos en relación a chips”, sostuvo el consultor Marcelo Elizondo.
Según detalló El Economista, el último reporte mensual de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (Fide) proyectó que la economía rebotará 8,5% en 2021 luego de caer casi 10% en 2020, porcentaje que podría ser mayor “si el programa fiscal asume un ritmo expansivo más intenso”.
Otro factor positivo sería que se logre un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que sirva para “anclar expectativas”.
En ese sentido, el informe destacó que “la sostenibilidad de ese ciclo alcista está condicionada de manera determinante por las presiones estructurales sobre la demanda de dólares” entre las que, además de las originadas por el lado de la economía real, se suma un cronograma de vencimientos “impagable” con el FMI a partir de marzo de 2022, cuando habría que hacer un primer desembolso por US$ 2.855 millones.
En total, según los dos acuerdos firmados con el organismo durante el Gobierno de Mauricio Macri, en 2022 deberían transferirse US$ 17.800 millones al FMI, en 2023 US$ 18.100 millones y, finalmente, unos US$ 4.600 millones en 2024.
Sábana corta
Fide indicó que el principal limitante que tiene el Gobierno para acelerar la recuperación es la disponibilidad de divisas. Algo que se vio plasmado en los endurecimientos recientes de los controles cambiarios (donde las importaciones tuvieron un cambio de operatoria) que ya acumulan más de 15 nuevas regulaciones desde que se instaló el cepo.
Durante septiembre, y tras el impacto electoral, la dinámica del mercado de cambios registró varias jornadas con una intervención neta vendedora del BCRA. Algo similar se había dado durante agosto, cuando la autoridad monetaria registró un saldo negativo sobre las reservas.
Si bien las presiones sobre el mercado de cambios eran previsibles y el BCRA tiene herramientas para administrarlas, el contexto de “sábana corta” sobre el sector externo se acentúa, consignó el reporte.
Fondos financieros y economía real
Para Fide existen dos dimensiones que están presionando el tipo de cambio y generan una baja en las reservas. La primera tiene que ver con la economía real que está ingresando a la parte del año donde la oferta de divisas de la cosecha gruesa es menor y, al mismo tiempo, la recuperación más acelerada implica una creciente demanda de divisas.
Desde lo financiero, en segundo lugar, las presiones de los fondos externos por salir de la Argentina y la incertidumbre electoral presionan sobre los dólares financieros y el BCRA interviene para administrar la brecha cambiaria.
Repasando esa dinámica, durante agosto, y excluyendo el ingreso de los DEG y pagos de intereses al FMI, el BCRA registró un saldo negativo sobre reservas de US$ 300 millones.
En septiembre, la pérdida de reservas se aceleró: excluyendo el pago de capital al organismo multilateral y los pagos de intereses, hubo una intervención vendedora de US$ 1.072 millones.
En la comparación con los meses de marzo a agosto de 2021, el saldo interventor del BCRA se revirtió.
En ese período las reservas crecieron de los US$ 39.600 millones a los US$ 42.500 millones, lo que significó una recomposición de reservas por unos US$ 3.000 millones.
Es decir, se pasó de una compra promedio de unos US$ 60 millones por día a una venta promedio de US$ 35 millones por día.
Consecuencias
Esta dinámica también fluye marcada por otras consultoras que manifestaron su preocupación ante la falta de divisas y su impacto en la recuperación.
Por ejemplo, desde la Fundación Mediterránea marcaron que “la escasez de reservas del BCRA lleva a la intensificación de las restricciones a importar, lo que afecta a un gran número de actividades que utilizan insumos y partes de origen extranjero en su proceso productivo”.
Incluso afecta al comercio, ya que “directamente obligan a restringir las ventas de productos terminados al mercado, como el caso automotriz, con serias complicaciones en el funcionamiento de los planes de ahorro previo”.
En este marco, “la caída de las reservas podría llevar a un escenario en el que el BCRA limite la venta de dólares para esterilizar pesos excedentes, recargando la tarea de retirar pesos del mercado sobre la colocación de Leliq y pases”.
Esto, además de dar un impulso adicional al aumento de la deuda en pasivos remunerados, consolida una “competencia desleal” que sufre el sector privado en términos de acceso al crédito bancario, destacó la Fundación Mediterránea.
Otra consecuencia es el aumento de controles, algo que EconViews llamó “mamushka de cepos’‘. Tal como explicó la consultora, eso genera rápidamente un mayor aumento en la brecha cambiaria.
En segundo lugar, detallaron, la regulación destroza los precios de los bonos de ley argentina generando un ‘spread’ altísimo.
En tercer lugar, EconViews explicó que por las regulaciones las importaciones sufrirán y esto tendrá dos consecuencias importantes.
“Vía precios, ya que se encarecerán los productos dada la escasez relativa, y vía cantidades, habrá menos importaciones ya que por definición la actividad industrial se resentirá”.
“Ya hay evidencia anecdótica de gente que prefiere no vender hasta saber si va a poder reponer la mercadería”, concluyó la consultora EconViews de Miguel Kiguel, el economista que ejerció cargos en el Ministerio de Economía, el Banco Central y Banco Mundial.
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