El expresidente del Colegio de Abogados de la provincia, Rodrigo Bacigalupi, planteó días pasados una crítica que es compartida por muchas personas. Habló de la falta de empatía de magistrados, en especial de los integrantes del Superior Tribunal de Justicia, el máximo estamento del Poder Judicial en Misiones.
También, respecto a la falta de celeridad (y no de meses sino de años de mora judicial) para causas donde los protagonistas no cuentan con mucho tiempo para esperar una resolución.
Del lado de la Justicia misionera no hubo un mea culpa, no hubo una sola reflexión. Ese silencio se pudo traducir en una implícita falta de reconocimiento a un profesional que llegó a representar a todos los letrados de Misiones, que tiene una trayectoria de muchos años y que llegó a formar parte de la dirigencia nacional de los Colegios de Abogados.
Otro silencio llamativo fue el de la actual conducción del Colegio misionero, sucesores de Bacigalupi, teniendo en cuenta que hace a la defensa de los asociados que tienen problemas para el desempeño de la actividad.
Probablemente el STJ tenga en su haber muchas acciones que puedan demostrar que no todo es negativo en su gestión. Y lo que puede faltarle es un mecanismo de comunicación más efectivo. Curiosamente hay una ley que crea un sistema de información judicial abierta (que incluye sentencias), pero del que nada se sabe después de más de un año de la sanción de la norma.
Entonces, es difícil pensar en revertir la imagen que tiene un sector de los que transitan los despachos, los estrados judicial y menos aun de los que esperan Justicia.
Loable sería empezar a planificar acciones que cambien el rumbo del crítico presente. Atacar el descrédito traería acompañamiento de quienes hoy se sienten excluidos de un sistema judicial que debe incluirlos.