En vísperas del día en que Naciones Unidas nos invita a reforzar los ideales de paz en todas las naciones y pueblos, mientras escribo el artículo suena de fondo la radio y escucho una realidad que duele: ejércitos lanzando bombas en pueblos indefensos, familias con relaciones dañinas, vecinos que se atacan, docentes que gritan a los estudiantes.
¿Hemos naturalizado la violencia? ¿Se ha vuelto habitual? ¿Dónde ha quedado el esfuerzo por comprender al otro? ¿Queremos ganar o tener paz?
La paz es un valor apreciado por todos, cualquier ser humano sabe que sin paz no se puede ejercer ningún derecho. Sin embargo no veo que demos pasos en la construcción de este camino tan anhelado. ¿Por qué si todos los seres humanos consideramos la paz como un valor, es precisamente el relacionamiento humano lo que nos la quita la mayoría de las veces?
Quizás estamos comenzando por el lugar equivocado, no es el mundo el que hay que arreglar sino las personas. Cuando estamos en paz con nostros mismos, el mundo tambien lo está. Sencillo y desafiante a la vez.
La paz social está íntimamente ligada con la paz personal. “Solamente personas pacificadas interiormente pueden ser operadoras efectivas de la paz”, nos enseña Leonardo Boff.
Si tanto valoramos la paz comencemos por nosotros mismos, no se puede dar lo que no se tiene. El camino es hacia adentro una y otra vez, por más que el ego y la rutina nos distraigan siempre debemos regresar a donde todo comienza.
Hoy los invito a volver la atención sobre nuestra interioridad para seguir caminando con paso firme hacia la paz, tan utópica e inalcanzable para muchos como necesaria y sobre todo, posible.
Estas reflexiones entorno a lo que nos sucede internamente resultan urgentes, hablemos de paz, de construcción, de humanidad, de unidad. ¿Cómo hacés la paz en lo cotidiano? ¿Será que de tanto mirar a los otros proyectando, echando culpas, idolatrando, nos olvidamos de escucharnos a nosotros mismos?
Les propongo practicar una escucha amorosa hacia el mundo. Escuchemos al mundo como escuhamos a los que amamos. Esto quizás nos permita esos diez segundos claves para contestar desde el bien en lugar de reaccionar, atacar y querer tener la razón.
Como segundo punto les propongo no tomar las cosas como personales. Quitar el “me”. Es decir, en lugar de: “esto me lo hace”, poder pensar en términos como: “esto lo hace”.
En tercer lugar, los invito a revisar creencias, esas que nos llevan a mirar el mundo desde una trinchera en la que nos defendemos o atacamos, para reemplazarlas por lógicas colaborativas.
No hay una sola realidad simplemente percepciones y puntos de vista y está genial que así sea porque eso nos permite transformanos y ser mejores. Suspendamos el juicio que pertenece a la polaridad y ampliemos nuestra conciencia, hasta entender que hay lugar para todos.
Finalmente, les propongo prestar atención a nuestras conversaciones cotidianas: las que tenemos con nostros mismos porque son grandes generadoras de emociones y las que tenemos con los demás cuidando el impacto de lo que decimos. No sé si la paz puede explicarse, pero estoy segura que todos podemos sentirla y practicarla.
“Derribar y destruir es muy fácil. Los héroes son aquellos que construyen y trabajan por la paz”, Nelson Mandela.