Ponemos mucha energía afuera de forma caprichosa, planteando la felicidad desde el tener más cosas, a una persona o esperando la llegada de algo que me cambiaría la vida.
Según la escritora e investigadora Rusa Sonja Lyubomirsky, los beneficios de ser más felices son muchísimos. La gente feliz es más productiva y creativa, obtiene mejores trabajos, son mejores líderes y negociadores, poseen un mejor sistema inmune, viven más y resisten mejor el estrés.
La investigadora define que la felicidad es un 50 por ciento predisposición genética, las circunstancias que nos rodean determinan un 10 por ciento. Esto dejaría un 40 por ciento de nuestra felicidad dependiendo de la realización intencionada de actividades para aumentarla.
Ser feliz es una especie de compuesto entre las emociones del momento y una perspectiva general de satisfacción con la vida que podemos activamente modificar.
Actividades que se han demostrado que están relacionadas con nuestro nivel de felicidad
* Expresar gratitud y aprecio.
* Practicar la generosidad.
* Esforzarse en pensar positivamente.
* Aprender a perdonar.
* Tomar conciencia de los momentos alegres.
* Cultivar relaciones interpersonales.
* Plantearse objetivos y perseguirlos activamente.
* Practicar una religión, si se es creyente.
* Meditar.
* Desarrollar actividad física y ejercicio.
Mas allá de los factores externos, la Felicidad lleva su trabajo. Hay que ponerle esfuerzo, comprometerse, buscar conectar con lo que nos hace bien.
Cuando empezamos a ser más optimistas, positivos, agradecidos y generosos, esto se vuelve un hábito que nos ayuda mucho a través de la vida.
Hoy y cada día podemos elegir dónde nos situamos para ser observador de la vida, con una mirada más amable y llena de amor es sin dudas más fácil, una vida más plena.
“Si estás deprimido estás viviendo en el pasado.
Si estás ansioso estás viviendo en el futuro.
Si estás en paz estás viviendo el presente”,
Lao Tzu.