Más de un mes ha transcurrido desde que el Gobierno misionero presentó a su par nacional el pedido (con protocolo y fundamentos sanitarios incluidos) de reapertura del puente internacional Tancredo Neves, entre Puerto Iguazú y Foz (Brasil), con fines turísticos.
En todo ese tiempo, más allá de tibias declaraciones de un funcionario de segunda línea, la Nación no se dignó a atender la inquietud provincial tras más de un año y medio de zozobra para el sector turístico, comercial y económico en general de una ciudad de las Cataratas que vive precisamente de eso: el turismo.
Y cuando esta semana la comunidad se cansó de esperar y salió a las calles a exigir una urgente respuesta, se encontró con que no tenían a quién hacer llegar su reclamo, ya que coincidió con la masiva renuncia de funcionarios en el gabinete de Alberto Fernández.
Ahora ya no es solo que la Nación no tiene voluntad política de traer soluciones, sino que ni siquiera hay a quien pedírselas. “Nos quedamos sin actores nacionales con los que sentarnos” a dialogar, lamentaba ayer en la FM 89.3 Santa María de las Misiones el ministro de Turismo, José María Arrúa, ante el “limbo” institucional en el que quedó el Ministerio del Interior (uno de los actores claves a la hora de habilitar o no la apertura turística de fronteras) tras la renuncia presentada (y todavía no aceptada) de Wado de Pedro, y la creciente resistencia interna al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero.
Lo cierto es que Misiones no solo aguarda una definición sobre el puente: tiene una larga lista de cuestiones pendientes con Nación, desde la prometida, otorgada y finalmente vetada Área Especial Aduanera hasta la compensación de fondos previsionales, pasando por importantes montos retrasados en materia de obras.
La virtual parálisis de la Nación producida por una triste y polémica interna partidaria sólo viene a profundizar los efectos de la mala costumbre de los sucesivos gobiernos nacionales de “olvidarse” siempre de Misiones.