El neurocirujano infantil, Mario Armando Barrera, alertó a FM 89.3 Santa María de las Misiones sobre el síndrome del bebé sacudido. “Es una situación bastante frecuente, que los papás suelen desconocer. Muchas veces, jugando o sin darse cuenta, hacen maniobras que pueden causar un grave daño a su hijo”, dijo.
Este tipo de lesiones suelen afectar principalmente a niños menores de dos años, debido a su anatomía.
Efecto rebote
“Síndrome es un conjunto de signos y de síntomas. El signo es lo que el especialista puede ver en el paciente y el síntoma lo que el paciente cuenta”, definió Barrera. En particular, el síndrome del bebé sacudido “sucede cuando, por ejemplo, los padres lanzan al bebé al aire para volverlo a agarrar. Como los niños suelen emitir carcajadas, parece que es un juego divertido, pero hay que tener en cuenta que, en ese momento, su cerebro está siendo golpeado”, explicó.
La anatomía del bebé hace que su cerebro, envuelto en una bolsita de agua que lo protege, sea mucho más chico que la cavidad craneana. Al mover bruscamente la cabeza del bebé, lo primero que se mueve es el líquido y luego le sigue el cerebro. Esto causa un efecto rebote ya que cuando el cerebro está yendo, el líquido está volviendo en ese movimiento. Así, estos cambios de velocidad y rebotes pueden producir lesiones hemorrágicas que pueden ser leves o muy graves”, dijo el especialista.
En este sentido, remarcó que, si bien los daños causados no suelen ser irreversibles, “para resolverlos muchas veces se debe someter al niño a una neurocirugía de urgencia”. Por otra parte, aclaró que “las secuelas siempre pueden presentarse a largo plazo”.
Entre las secuelas, el especialista mencionó pérdidas visuales o ceguera, pérdidas auditivas, convulsiones, retraso del desarrollo, problemas en el habla y el aprendizaje, problemas de memoria y concentración, parálisis cerebral, debilidad o problemas al mover partes del cuerpo y problemas en las hormonas controladas por el cerebro, entre otras.
Nunca está de más la consulta
En menores de un año, “para cualquier traumatismo de cráneo es imperativa la consulta y tiene que estar en observación de cuatro a seis horas”, sostuvo Barrera.
A partir del año de edad, los papás deben prestar atención a cómo reacciona el niño durante las horas posteriores. “Deben observarlo y estar alerta a si llora inmediatamente o si sigue jugando, si pierde el equilibrio y se tambalea, si vomita o tiene fuertes dolores de cabeza, manifiesta problemas para hablar o hay una modificación en su comportamiento habitual, entre otros síntomas”, enumeró el pediatra.
No obstante, subrayó que “tengan o no estos síntomas, ante cualquier duda ante un traumatismo, aconsejo a los papás o tutores que acudan a una guardia”.
La mayoría de los golpes son inofensivos
Según Barrera, “hasta los cinco años de edad, la cabeza es lo más pesado en relación al resto del cuerpo, por lo que es usual que se golpeen”.
En general, “el 80% de los golpes son leves, lo que significa que no representan ningún peligro. El otro 18% son traumatismos moderados que pueden requerir de una observación o internación y solo el 2% de los casos son graves y necesitan de una resolución a través de una cirugía”, detalló.
Por otra parte, agregó que los traumatismos más comunes suelen darse en el lóbulo frontal y occipital.
El mito de evitar que se duerma
Aunque se suele pensar que ante estas situaciones hay que evitar que el niño se duerma, “es una fantasía, porque el niño que sufre un trauma en el cráneo se está durmiendo, es porque entró en coma. Entonces por más que lo sacudamos o lo pongamos bajo la ducha fría para despertarlo, no lo vamos a lograr, porque en este caso el paciente ya entró en coma postraumático”.
La lesión puede ser por violencia
El neurocirujano habló sobre la relación del síndrome del bebé sacudido y las situaciones de maltrato, ya que mencionó que muchas veces puede darse en contextos de violencia. “Es importante que, ante la consulta médica por este síndrome, el médico analice e indague sobre cómo sucedió el traumatismo para evaluar la contención familiar”, dijo.
Al respecto, mencionó que “muchas veces se suele pedir un fondo de ojos al niño para ver si las lesiones presentes son hemorragias de larga data”. También se pueden pedir radiografías de todos los huesos en busca de fracturas actuales, en proceso de curación o ya curadas, que ocurren más a menudo en brazos, piernas, cráneo y costillas. Tomografías o resonancias magnéticas de la cabeza para detectar posibles huesos rotos o inflamación.