A veces tenemos ideas que nos gustarían llevarlas a la realidad, soñamos con ellas, pero por más vueltas que le damos en nuestra mente, no sabemos cómo hacerlas realidad, sólo sabemos que nos gustaría que lo fuera. No las desechemos, no pensemos que son imposibles sólo porque no sepamos cómo concretarlas, sólo “no es tiempo todavía”.
Todo lo que hoy es real, primero existió en nuestra mente, diseñamos en ella cada detalle, lo sentimos en nuestro corazón como si ya estuviera y se concretó, pero todo eso llevó un tiempo y un proceso, por ello, cuando tenemos esa idea que nos apasiona, sólo dejémosla crecer en nuestro interior, sin apresurarla, sin exigirla, dejemos que vaya formándose en nuestra mente hasta que un día -sin darnos cuenta- se nos ocurra cómo hacerla realidad.
Lo único importante es ser consiente que si pensamos que algo es posible aumentamos la probabilidad de que lo sea en la realidad, pero si creemos que es imposible, entonces así será. Lo que nuestra mente cree que es imposible, nunca se hace realidad.
Dentro nuestro está la llave que abre las puertas que soñamos, y esa llave es creer que podemos. La clave es creer y no apresurarnos ni condicionarnos, dejar que nuestro espíritu creativo encuentre la manera de materializarlo.
Si miramos a nuestro alrededor, todo lo que tenemos primero existió en la mente de la persona que lo creó. Volar, hablar por teléfono y vernos al mismo tiempo, tener reuniones con personas de distintos lugares, son cosas que parecían imposibles, pero alguien creyó que se podía y lo logró.
Los imposibles están en el plano del ahora, pero en la mente todo es posible sólo que nuestro mayor obstáculo somos nosotros mismos, nuestra barrera mental, las razones que nos ponemos para afirmar que es imposible. Por ello, ante una idea que nos apasiona, debemos ser conscientes que las resistencias aparecerán, y es ahí cuando tenemos que trabajar sobre nosotros para no cerrarnos a la posibilidad de lograr lo que soñamos.
Cuando estas barreras mentales aparecen ofreciendo resistencia, poniendo los “No”, antes de cerrar nuestra mente podemos hacernos preguntas que destraben ese primer no. De la misma forma que los “no” cierran la mente, las preguntas la abren y llevan a caminos insospechados, donde las ideas nacen y toman forma.
Siempre que queramos hacer posible lo imposible es natural que las resistencias aparezcan y esto retrase que podamos encontrar la forma de materializarlo, pero si nos permitimos probar, si nos preguntamos el cómo, de a poco, dándonos la oportunidad, recordando que la llave que abre lo imposible es nuestra propia mente, seguro las ideas surgirán a su debido tiempo, cuando estén maduras en nuestro interior.