El 9 de septiembre de 1947, el Parlamento argentino aprobaba la Ley 13.010 que otorgó el derecho al voto de la mujer.
Los antecedentes no eran muchos. En 1927, por ejemplo, durante el gobierno provincial del “bIoquista” Federico Cantoni y con la prédica de Julieta Lanteri, quien luchaba por ese derecho desde 1911, las sanjuaninas pudieron votar por primera vez.
Eva Perón, principal impulsora del proyecto, ya había dicho en su primer discurso oficial: “La mujer argentina ha superado el periodo de las tutorías civiles. Aquella que se volcó en la Plaza de Mayo el 17 de octubre; aquella que hizo oír su voz en la fábrica, en la oficina y en la escuela; aquella que día a día trabaja junto al hombre en toda gama de actividades de una comunidad dinámica, no puede ser solamente la espectadora de los movimientos políticos. La mujer debe afirmar su acción; la mujer debe votar”, arengó.
Sin embargo, ese derecho fue ejercido recién en las elecciones presidenciales de 1951 donde la fórmula Perón-Quijano obtuvo el 66 por ciento de los sufragios.
Durante muchos años la Ley 13.010 no dejó de ser vista por ojos opositores sólo como “una maniobra política” en vez de una conquista democrática. Tales fueron los casos de la escritora Victoria Ocampo, que así lo expresó en las páginas de su revista Sur, y de la Federación de Mujeres Argentinas, influenciada fuertemente por el Partido Comunista.