Una deuda entre amigos, compañeros de changas en la chacra y construcción, vecinos, se presume que fue el detonante el domingo pasado a las 19.40 cuando Roberto Juan Vargas de 43 años fue asesinado de un disparo de escopeta en la espalda en su vivienda del paraje Laguna Azul, próximo a la localidad de Dos Hermanas, jurisdicción de Bernardo de Irigoyen.
Por el desenlace sangriento, al menos hasta el jueves, continuará detenido un hombre de 34 años a quien tres testigos y dos víctimas que lograron escapar de la escena del crimen (uno saltó una ventana, el restante corrió y huyó por la puerta trasera de la casa de Vargas) lo identificaron de inmediato, entre varios motivos, porque lo conocen de largo tiempo y porque reside a cincuenta metros de allí.
Hoy se realizará la autopsia a Vargas en la Morgue Judicial de Posadas. Hasta el momento, los informes de análisis de legistas de la Unidad Regional XII, detallan una lesión de perdigones en la espalda, lo que dirige la presunción en coincidencia con lo que aportaron testigos mencionados, que Vargas cuando vio la escopeta quiso correr pero la distancia ya no le dio chance de evitar el estruendo y la muerte en pocos segundos.
Ante el juez de Instrucción de San Pedro, Ariel Omar Belda Palomar, el sospechoso será indagado también por la presunta tentativa de homicidio a machetazos a los dos testigos, un hombre (31) y su pareja (una joven de 21 sobrina de Vargas), que lograron escapar por centímetros.
Relatos sobre la relación previa de amistad y oficios entre Vargas y el detenido se habría ampliado durante las últimas horas con varios testimonios.
Y de estas voces surgió que Vargas le habría adeudado dinero a su victimario y que este punto derivó en la tragedia, caldeado por alguna otra causa o motivo, tal vez el exceso de consumo de bebidas alcohólicas.
Ayer los investigadores y peritos de la UR-XII realizaron varios allanamientos ordenados por el juez Belda, para intentar hallar el arma homicida, entre otros elementos clave, pero no surgieron resultados positivos.
Sostienen los testimonios que el agresor de Vargas actuó con una escopeta calibre 12. Con este tipo de armas con cartuchos y perdigones, calcular el calibre resulta difícil a simple vista. Dependerá de lo que señale la autopsia en cuanto a perdigones de plomo hallados en el cadáver.
“Se nunca mais va fazer isso seu filho da puta”, “para que nunca más vuelvas a hacer esto hijo de puta”, habría gritado el homicida antes de gatillar tras irrumpir en la casa precaria en Laguna Azul.