La estación de servicio del Automóvil Club Argentino (ACA) en Oberá es uno de los edificios más antiguos (año 1948) que mejor conservado se mantiene no sólo en Misiones sino a nivel país, por lo que cuesta pensar que con tanta tecnología y capacidad de los profesionales de la arquitectura e ingeniería, pronto podría ser demolido por completo para dar paso a otro más moderno, sin ser preservado al menos una parte para que su historia siga viva.
Las gestiones formales del Colegio de Arquitectos de Misiones, Filial Oberá, datan desde hace varios años y la documentación muestra que en 2019 entregaron las correspondientes notas al deliberativo solicitando preservar los edificios de la Comisaría Primera (1935), del arquitecto Fernando Bustillo; la terminal de Ómnibus (1958) de los arquitectos Marcos Winograd, Sigal y Vapñarsky; y la estación de servicio del ACA (1948), del arquitecto e ingeniero Antonio Vilar; para que sean considerados patrimonio histórico, arquitectónico y cultural de la “Capital de la Zona Centro”.
Puntualmente en el caso de la estación de servicio del ACA, ya había trascendido la intención de sus propietarios de realizar un nuevo proyecto y la posibilidad de demolerlo por completo, lo que movilizó a gran parte de los entendidos en el valor que representa para la comunidad.
Sin embargo, en la primera semana del presente mes de agosto, los ediles obereños se reunieron con los con técnicos de YPF y el ACA “y entendimos que es necesaria una renovación edilicia. Hemos considerado las cuestiones de seguridad para los vecinos y el peligro a futuro de que se produzcan derrames de combustibles que contaminen las napas de agua por falta de mantenimiento”, indicó a la prensa en ese momento la vicepresidenta del Concejo, Lilian Vega.
Y agregó que “entendemos que no siempre estas decisiones conforman. Todos queremos preservar y resguardar la historia de Oberá, pero analizando y escuchando a los técnicos, en el caso del ACA, tuvimos que pensar primero en la seguridad de los vecinos para tomar una decisión que para nada fue sencilla”, la que fue rechazada por gran parte de los profesionales que buscan rescatar y poner en valor la historia de una de las principales ciudades de la provincia.
“Luces de colores”
El arquitecto Alejandro Forni, titular de la Comisión de Patrimonio del Colegio de Arquitectos de Oberá, fue quien desde el primer momento llevó adelante la recopilación de documentación junto a otros colegas suyo con la intención de demostrar la relevancia de los edificios históricos y su destino, siendo muy crítico con el Concejo Deliberante.
Forni sintetizó en una frase: “Cuando la imposición supera al diálogo”, para explicar cómo transcurrieron las gestiones llevadas a cabo por el Colegio de Arquitectos y contó que previamente a la decisión anunciada por la edil Lilian Vega, “concurrimos al Concejo Deliberante a tratar de encontrar posiciones acerca del proyecto que contempla la demolición de uno de los edificios históricos más representativos de la ciudad de Oberá”.
Agregó que es “un proyecto que se presenta como una remodelación pero que implica demoler un edificio que vio la luz cuando nuestra ciudad cumplía sus primeros quince años. Un proyecto que en aras de la panacea de la ‘modernidad’ entendida como luces de colores y plástico brillante da por tierra el denodado esfuerzo de todos los obereños que pusieron trabajo, esmero y esperanzas en el mantenimiento y preservación de una obra tan significativa para todos los que nacimos en estos lugares o de quienes alguna vez buscaron su torre con las tres letras que como un faro marcaba el camino en tierras desconocidas de calles rojas y horizonte verde”.
“Pidieron que nos retiremos”
Detalló Forni que “el proyecto presentado demuele una de las sucursales del ACA mejor preservadas del país para construir en su lugar un cantero de pasto y a pocos metros una cafetería de vidrio muy poco adecuada para las temperaturas de nuestras latitudes”.
Agregó que “tuvimos que asistir en la misma reunión como los ‘representantes del pueblo’, nos pedían que nos retiremos porque ya nos habían escuchado, que lo que decíamos estaba bien pero no era suficiente, que tenían que reunirse con la gente que vino de afuera a cerrar el proyecto para ‘allanar el camino’”.
Por último, el reconocido arquitecto puntualizó que “es hora de que comprendamos que la modernidad bien entendida es conocer el pasado para vivir un presente coherente y planificar un futuro que incluya a todos. Ya es tiempo de dejar de destruir con los codos lo que nuestros abuelos construyeron con las manos”.