Era marzo de 2020 cuando la pandemia de coronavirus ya era una amenaza monumental para Asia y Europa. Por ese entonces y en la necesidad de preparar y fortalecer el sistema sanitario, el presidente Alberto Fernández decidió confinar a los argentinos mediante una estricta cuarentena. Durante varias semanas la medida cumplió su cometido y frenó la ola de contagios al tiempo que se sumaban camas de terapia intensiva y se adquirían respiradores.
La otra cara era la económica, con miles de emprendimientos quebrando semana a semana. En paralelo y buscando su tajada, la oposición promovía irresponsablemente masivas manifestaciones. Era común entonces ver al mandatario brindar discursos y recordar la existencia de un decreto que castigaba con la cárcel a quienes rompían el confinamiento.
Al tiempo que casi todo estaba prohibido, la oposición desafiaba el decreto, y también el contexto sanitario, liderando protestas en la calle. En la Quinta de Olivos, en tanto, el mismo hombre que recordaba a todos la existencia del decreto que castigaba la desobediencia, celebraba el cumpleaños de la primera dama junto a sus amigos, sin distanciamiento, sin barbijos, sin empatía con las millones de personas confinadas.
Con el escándalo estallado y un pedido de perdón a todas luces forzado, sin arrepentimientos y trabajado durante las 48 horas que pasaron entre las primeras versiones y la confirmación, aparece una vez más la conveniencia política opositora pidiendo un juicio político que, se sabe a partir de la conformación del Congreso, no prosperará. Surgen reclamando la autoridad moral que no tuvieron cuando lideraron masivas marchas de protesta mientras el virus se extendía sin frenos por todo el país.
¿En qué se diferencian entonces ambos sectores cuando aseveran que se diferencian del otro a partir de sus acciones? ¿Acaso alguno de ellos demostró en el primer año pandémico y en lo que va del segundo verdadera empatía con la sociedad que juraron proteger? Ambos hablan a diario de una “pesada herencia” que, en todo caso, sufren los argentinos de a pie.