Según la tradición, la fiesta a San La Muerte -también conocido como el Señor de la Buena Muerte- comienza el 13 de agosto y culmina el 20. Esta larga festividad del santo, que no está reconocido por la Iglesia Católica, se da así porque la leyenda cuenta que, cuando abrieron la celda de un ex monje franciscano que había sido encerrado por sus ex compañeros, estaba muerto de pie, apoyado en un largo bastón y su cuerpo era piel y huesos.
Este hombre había ayudado a los leprosos de tal manera que pasaba días sin comer y, durante sus horas de aflicción, se sentaba en cuclillas frente a un río y le pedía a Dios la fuerza espiritual para continuar su lucha. Al final, fue encerrado un 13 de agosto en una de las celdas donde también estaban los leprosos. No recibió agua ni comida y se murió así, sin sentarse.
Por eso, las imágenes de este curioso santo se presentan de pie, con un manto negro o rojo, una corona sobre su cabeza y la conocida guadaña, que reemplazó al bastón que lo mantuvo en pie en su celda de la muerte.
Lo cierto es que miles de personas lo adoran y otras miles le temen, pues la muerte continúa siendo un tema que la mayoría prefiere no tocar y, cuanto más lejos se esté de ella, mejor.
Pero, según quienes veneran a este ícono de la muerte, “él es bueno”, protege a los enfermos, los
angustiados y los desamparados, por eso los pedidos que más recibe son para sanar a los enfermos.