La mayoría de los problemas en la vida suceden porque actuamos sin pensar o seguimos pensando sin actuar.
¿Cuántos problemas tenemos por actuar sin pensar? Alguien nos dice algo y sólo reaccionamos, es como que aprietan donde nos duele y no podemos contenernos, sólo tenemos que responder a esas palabras que son como flechas que penetran en nosotros.
Cuando se nos pasa la emoción que generaron esas palabras nos arrepentimos, pasa la ola de calor que nos subió, ahí podemos sentir las palabras de otra forma y generalmente nos damos cuenta que no era para tanto o que podríamos haber sido más pacientes, pero lo que dijimos al reaccionar así sin pensar ya está, ¡ya salió!
Eso nos pasa muy a menudo en nuestras vidas, reaccionamos, no pensamos, no meditamos lo que vamos a decir, sólo tenemos la necesidad de contestar. Estamos tan llenos de cosas que nos fuimos tragando que no podemos esperar porque ya no hay lugar para más.
A veces sucede que pensamos y pensamos una y otra vez y no decidimos hacer nada, nos quedamos inmóviles, no podemos reaccionar, rumiamos los pensamientos y sólo nos llenamos de frustración, pareciera que tenemos otra vida para decidir.
Hoy escuché decir a una persona mayor: “No podés permitirte pasar tantos días pensando en algo que no se va a solucionar, tu vida continúa y pasa, la vida no vuelve atrás”. Su experiencia se notó en lo que decía y creo que así es.
La vida se nos va pensando, reaccionando o inmovilizándonos ante situaciones que no queremos más, pensando que la solución va a venir mágicamente de otro lado, cuando somos nosotros los que tenemos que darnos cuenta que la vida del otro no es la nuestra.
¿Por qué será que nos cuesta tanto decidir por nuestra vida?
Capaz puede ser porque no nos conocemos y como no nos conocemos no sabemos ¡qué queremos!
Tenemos miedo a equivocarnos y preferimos reaccionar o seguir pensando sin actuar, es más fácil que alguien nos diga qué hacer.
Es una forma de no hacernos cargo de nuestra vida y son formas que hemos aprendido por no confiar en nosotros mismos, ya que sea lo que sea que suceda eso nos servirá para aprender y será otra experiencia, en cambio lo tomamos como un fracaso.
Hoy podemos observarnos y ver cómo estamos actuando. ¿Somos de reaccionar o pensamos mucho y no actuamos?
Mirémonos con compasión, démonos cuenta que en nosotros está el cambio y que los cambios a veces duelen, nos generan ansiedad, miedo, pero que después aparece la sensación de libertad y nos sentimos dueños de nuestra vida.
Que Dios los bendiga.