Lograr el estado de felicidad es como tocar el cielo con las manos. Creemos que somos felices porque encontramos la pareja perfecta o porque viajamos al lugar soñado. Esos son momentos y por eso no duran entonces creemos que no somos felices. A veces somos felices incluso si en este momento nos sentimos un poco tristes por el motivo que sea.
Nunca pierdo la oportunidad de leer o escuchar cuando alguien nos ofrece algo más sobre este tema: la felicidad. Cómo ser felices siempre, pues es fácil: ¿te sentís infeliz? ¿Creés que no sos feliz?
La mejor manera de aprender a ser felices es mirar qué sentimos, qué pensamos, qué decimos, qué miramos y qué escuchamos. Es re fácil reconocernos infelices, cuando te encontrás con alguien que siempre cuenta desgracias, chismes, critica, habla de accidentes, de sucesos espantosos, podés pensar que es una persona infeliz. Claro, nadie puede ser feliz así.
Ese estado de infelicidad es contagioso y por más que esa persona ya se fue te dejó una angustia en el pecho que te durará un buen rato. Eso que sientes es infelicidad, enojo, ira.
Después que se va él o la fulana, lo único que te queda es ese sabor amargo, esa imagen repetida de sucesos espantosos, ese chisme muy bien contado con detalles que te quedan bien dibujados en tu mente, todo queda ahí, en la mente desde donde salen los mensajes que se transforman en lo que sentimos.
Entonces no se trata de la otra persona, ahora se trata de vos mismo, sos vos quien está mal, sos vos quien se encuentra con otra persona y ya quejándote por lo que te contaron o por otra cosa porque la mente es súper imaginativa y te trae al presente información que tiene guardada de sucesos similares y la espiral gira rapidísimo irradiando esa energía desde todos tus poros. Imaginate cómo estás, hecho o hecha una furia.
Acá lo único que te queda es tomarte un baño, respirar profundo, oler un aroma que te guste, puede ser lavanda, romero, algún cítrico como el aceite de bergamota. Eso pasará, pero volverá si no tomás medidas drásticas al respecto.
Cada vez que te veas quejándote por una cosa buscá rápidamente tres o más momentos buenos, tres o más hechos alegres, tres o más historias felices. Quizás pintaste tu cuarto, ordenaste tu placard, tomaste un rico mate, tu planta dio una flor hermosa, recordaste ese viaje mágico a las playas, fuiste a El Brete y te sentiste feliz.
De toda esa lista lo que rescatás es lo que sentiste en ese momento, eso es la felicidad. Asegurate de tener algo bueno qué contar para que cuando te encuentres con alguien que sólo tenga mala onda vos seas quien le cambie su sentir y compartas tu felicidad. Todos tenemos algo para ser felices así como todos tenemos algo para ser infelices: cada uno toma lo que prefiere.