Sudáfrica sigue sumido en un ola de violencia y saqueos por unas protestas que dejaron al menos 117 personas muertas producto de la violencia y más de 1.200 arrestados, luego del encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma por orden del Tribunal Constitucional del país.
Quince meses de prisión recibió Zuma, quien es investigado por corrupción durante su mandato (2009- 2018), luego de negarse varias veces a cumplir las citaciones judiciales que le obligaban a declarar.
En el país se registraron unos 200 saqueos en tiendas y otros negocios, así como actos de vandalismo.
En medio del caos, el ejército sudafricano desplegó ayer 25.000 efectivos para ayudar a la policía a reprimir los disturbios violentos provocados por el encarcelamiento del expresidente Zuma.
Para más, la refinería South African Petroleum, que aporta más de un tercio del combustible del país, cerró temporalmente su planta de Durban.
Es por ello que se forman largas colas en las gasolineras y frente a los supermercados que no han sido saqueados. Especialmente en los alrededores de Johannesburgo y Durban.
Además, parte de las carreteras están cerradas, lo que interrumpe las entregas de mercaderías en general.
Salud en riesgo
Un comunicado del Ministerio de Salud expresó su preocupación por el robo de medicamentos y el saqueo de farmacias. “Corren riesgo enfermedades crónicas como la tuberculosis, el VIH y la diabetes”, señaló.
También algunos mercados de productos frescos están en alerta máxima, mientras que las tiendas, almacenes y cadenas de alimentos han sido saqueados, especialmente en Durban y en Kwazulu-Natal.
Algunas decidieron cerrar temporalmente sus puertas.
Crisis de arrastre
La economía sudafricana se encuentra en un estado catastrófico, debilitada por varios años de muy bajo crecimiento, duramente golpeada por la pandemia, los sucesivos confinamientos y una virulenta tercera ola en este mismo momento.
El repentino parate de la economía mundial pasó factura a este país, el más industrializado del continente. Las principales consecuencias son un desempleo récord del 32,6%. Más pobreza y más desigualdad, deploró Cyril Ramaphosa, el presidente sudafricano, en su discurso a la nación el pasado febrero.
Y las perspectivas no son buenas, con un crecimiento estimado del 3% este año. Las Naciones Unidas estiman que el país tardará cinco años en volver a su nivel de actividad anterior a la crisis de 19 años.
Las fuentes de descontento son numerosas. Además de los escándalos de corrupción asociados a la lucha contra el COVID-19, Sudáfrica fracasó en su estrategia de vacunación, al no recibir casi ningún lote del programa Covax. Sólo el 6,5% de la población recibió al menos una dosis de la vacuna.