A principios del siglo XX, William Atkinson, uno de los primeros difusores del Yoga en Occidente, ponía de relieve que “el sabio debe trabajar por el bien de la humanidad”. Luego de él, varios maestros destacaron la importancia del principio de no violencia, basado en un estado de conciencia ecuánime y generador de acciones conducentes a una sociedad libre de violencia y estrés.
Al decir “debo mejorar como individuo”, tenemos que ser conscientes de que la palabra individuo implica ser parte de un colectivo. Importantes autores europeos como Chophel y Geshemin nos hicieron notar que vivir intensamente el instante presente no implica limitar el Yoga a un conjunto de remedios para aliviar nuestras pequeñeces sino que en calma y serenidad el equilibrio interior se encuentra con la armonía del Universo, mientras el silencio interior percibe también la armonía de los seres que nos rodean y nos une a ellos en forma de simpatía, encuentro y comunión.
Es así como ya establecidos en nuestra propia naturaleza podemos vivir los asuntos cotidianos, la vida familiar, laboral y comunitaria siempre en presente, en el ahora, desde la armonía interior y sin eludir nuestras responsabilidades. Aquí podemos notar la diferencia en la consideración de las circunstancias por parte de un practicante de Yoga, porque está presente en cada palabra y gesto poniendo modestia e inteligencia en la acción y porque el Yoga “lo coloca en contacto directo con la realidad del mundo, previniendo cualquier conducta inconsciente; este estado facilita el acto justo en toda situación y se asienta en una paz profunda, debido a que la emancipación del ser no conduce a la indiferencia sino a la serenidad, donde el egoísmo cede su sitio al reconocimiento y aceptación del otro”.
Quien procura la autorrealización del Yoga no pierde su originalidad sino que obtiene claridad y una personalidad estable, equilibrada e integrada en todos los ámbitos. Lejos de la separatividad, se siente uno con todo lo que es y en unión con sus semejantes y otras formas de vida, mientras que los demás disfrutan de su contacto, incluso los más desheredados a quienes comprende y asiste.
Como dice el Dr. Deepak Chopra: “sentirse uno con todo no implica aislamiento social ni egocentrismo sino que es señal de la transformación personal que conduce al amor y al servicio desinteresado”. Namasté.