Entre quienes lograron retomar sus actividades durante la pandemia de COVID-19, los jardines maternales debieron adecuarse a los protocolos sanitarios y limitar su capacidad en atención de niños en cada sala. A mitad del 2021, el panorama no cambió mucho para este sector que aún continúa con dificultades y apenas logra solventar los gastos.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN la presidente de la Asociación de Directoras de Maternales Privados (ADIMP) y directora del jardín Campanita, Judith Salom, explicó que “estamos trabajando desde agosto del año pasado, lo cual es bastante teniendo en cuenta que varios rubros y actividades aún no lograron volver. Lo que sí continuamos con muchas dificultades“.
“Dentro de Posadas y en el interior han cerrado unos siete jardines. También quedó un número de personal cesante en la actividad, porque tampoco logramos costear los sueldos y cargas sociales”, continuó.
Desde lo económico, “pertenecemos al rubro comercio, donde los sueldos tuvieron un porcentaje de aumento y consecuentemente las cargas sociales también. En algunos jardines tuvimos que cerrar un turno, no por falta de una demanda, sino porque no podemos tener tantas personas y menos sostener más personal. En definitiva, estamos trabajando para cubrir gastos”, agregó.
En estos momentos “tampoco podemos aumentar las cuotas, porque las personas manifiestan que no pueden pagarlas”, aseguró.
En tanto aclaró que “trabajamos de enero a enero y por reglamento seguimos funcionando en las vacaciones. Por lo que los padres tampoco pueden dejar de pagar las cuotas sino pierden su derecho a inscripción. El jardín maternal no funciona como una escuela y nos solventamos de los ingresos que vienen de los padres”.
Judith Salom precisó que, en cuanto a la capacidad de niños, “estamos en un 50 a 60%”.
En materia de casos COVID indicó que “hasta el momento no se detectaron contagios masivos ni en los jardines, tampoco en los padres en general. Sin embargo, cada tanto aparece algún caso y entonces hay que cerrar las salas, con todos los contratiempos que se genera. Por ese motivo, tampoco se puede ampliar el cupo en los jardines”.
Por prevención sanitaria, “se mantiene el mismo protocolo. El problema es que, en el caso de aquellas salas de bebés, como en mi caso, donde hay ocho niños se necesita tener dos adultos para atender de manera personalizada“.
“El niño tiene que ser alimentado, acunado y no se puede reducir aún más el personal porque no pueden quedar solos. Entonces, lo que sí se pudo hacer es tener menos niños, distribuir en los espacios y turnos”, añadió.
En los jardines maternales, detalló que “una sala de bebés como máximo tiene diez niños con dos cuidadores, pero más que eso no puede ponerse. Además, tenemos un horario de corrido para los empleados y una jornada completa, así que tampoco se puede cobrar un monto diferencial en las cuotas”.
Respecto a los espacios en funcionamiento en Posadas, Judith Salom contó “quedamos 16 jardines maternales. En la provincia, en cada departamento depende la ordenanza municipal vigente. En Oberá hubo un jardín que no se permitió aumentar la cantidad de niños”.
Desde el inicio de la pandemia y hasta ahora, aseguró que “las familias se comportaron con muchísima responsabilidad y avisaron a los jardines para cerrar las salas y esperar unos días, para ver si no aparecen contagios. Hubo un buen manejo del protocolo y tampoco los padres se enojan por cerrar salas y estar en aislamiento. La solidaridad y responsabilidad es muy grande”.