Ramiro Aranda (23) es un estudiante de la licenciatura en comunicación social que hace seis meses decidió no renovar su contrato laboral a fin de poder cumplir unos de sus sueños: viajar. Por estos días, se encuentra viajando de mochilero por Argentina, desde donde cuenta su experiencia y anima a otros jóvenes a que se animen a seguir su camino.
Oriundo de la localidad de Montecarlo, cada vez que tiene la oportunidad, busca contar su historia para inspirar a otros jóvenes a cumplir sus sueños y a mostrar que es posible viajar con poco dinero, trabajando y estudiando desde donde hace un parate.
Con esta modalidad de viaje ya pudo conocer las provincias de Córdoba, San Luis, Mendoza y San Juan, donde visitó lugares únicos como el Parque Provincial Aconcagua y el Parque Provincial Ischigualasto (Valle de la Luna). El objetivo del viaje es llegar a Jujuy a fines de 2021.
Después de llegar a destino tras varias horas “haciendo dedo”, el “mochilero” relató que la decisión del viaje “la tomé antes que se conozca la pandemia, y antes de la cuarentena estricta. Anteriormente trabajaba en la Municipalidad de Montecarlo pero internamente tenía decidido dejar de prestar servicios para, entre otras cosas, viajar, y dedicarme mas de lleno al estudio”.
En realidad, era para Aranda un desafío personal. “Quería nuevas cosas para mi. Consulté con mi familia, a mis amigos, a las personas a las que le tengo aprecio y respeto, para ver qué era lo que opinaban y, por suerte, recibí el apoyo desde un primer momento”, manifestó.
Contó que había empezado a trabajar a los 17 años y que también conducía un programa de radio, pero que “realmente necesitaba descubrir lo que realmente quería hacer. Entendía que viajando podía ser una buena manera de tomarme ese tiempo que todos necesitamos para ver lo que realmente queremos para nuestro futuro”. Entonces, se decidió a viajar. En primera instancia el objetivo era recorrer Sudamérica. “Sobre todo Bolivia y Perú, pero a medida que fue creciendo esta cuestión de la pandemia, preferí recorrer y conocer más a fondo la Argentina”.
Fue así que en diciembre de 2020 empezó este desafío, visitando a algunos familiares residentes en Buenos Aires, y después continuó la travesía por Córdoba, donde permaneció por el término de dos meses y medio. Luego fue el turno de Merlo, en San Luis; en Mendoza estuvo dos meses y en San Juan ya lleva unos veinte días. “Ahora estoy en el Norte, en un pueblo que se llama Jáchal, donde estoy haciendo voluntariado en los hostels, es decir, intercambios laborales a cambio de la estadía y, en algunos casos, comida. Todo depende de la necesidad que tengan”, acotó. En algunas oportunidades, “hacemos tareas de recepción, nos ocupamos de recibir a los turistas, de la limpieza de la cocina, los baños y habitaciones, de armar las camas cuando hay cambio de huéspedes o ayudar a preparar el desayuno. En algunos casos nos tocaron tareas de jardinería, limpieza del patio. Son tareas bastante variadas, dependiendo del lugar donde estemos”.
En el destino actual, “hacemos tareas más vinculadas a la comunicación y de esa forma nos ahorramos la estadía. Dependiendo del voluntariado, también decidimos cuánto tiempo nos quedamos en cada lugar. Por lo general va de quince días a un mes. Lo bueno es que podés conocer los lugares más a fondo porque te quedas más tiempo de lo normal, del turismo tradicional, que va unos días y se vuelve. Además, viajando de esta forma, uno se ahorra bastante dinero”.
En ocasiones Aranda relata en plural, otras en singular. Es que buena parte de este recorrido lo desarrolla con Luna Medera (20), su novia. “Ella no viajó durante los seis meses sino que se sumó cuando yo ya llevaba un mes de viaje. Se sumó por dos meses y se volvió un mes a Misiones. Luego volvió a Mendoza, y ahora seguimos juntos”, aclaró. Más allá de los trabajos que hacen en los hostels, Rodrigo hace música. Contó con orgullo que en su Montecarlo natal fue alumno de guitarra de Jorge Eduardo Marcial Cancino “Rula”. “Haber sido alumno de este artista destacado, permite que me anime a salir a hacer música en la calle, en bares, en restaurantes, y con el dinero obtenido puedo ir solventando otros gastos, como el de la comida”.
Para viajar de un lugar a otro, en estos últimos tiempos ya no lo hacen en transporte sino que prefieren hacer dedo, “no sólo por una cuestión de ahorrar dinero sino también por una cuestión cultural, de conocer a la gente local, de los lugares que visitamos. La verdad es que tuvimos muy lindas experiencias haciendo dedo, así que creo que esa será la modalidad de viaje de acá en adelante, para lo que resta de la travesía”, agregó.
Aseguró que, como a tantos otros, la llegada del COVID “nos modificó un montón de cosas. Hizo que el turismo en general esté bastante quieto, y es un desafío constante al plantearnos adónde vamos, porque depende de las restricciones que tengan las provincias o lugares. En el caso de la música, al ir a lugares donde hay pocos turistas quizás no es tan bueno el resultado. Aunque en general no tuvimos grandes complicaciones. En Mendoza nos pasó que cuando el presidente anunció que en algunos lugares se retrocedía a fase 1, estuvimos diez días encerrados en el hostel, fue entretenido porque había bastante personas. Fue una experiencia rara, porque no viajamos para estar encerrados en el hostel, pero fue entretenido, divertido”, acotó, entre risas.
Contar su historia, tiene para Aranda un propósito. La idea es motivar a que los jóvenes se animen a hacer cosas diferentes, arriesgadas. “En este caso viajar de mochilero parece una tarea difícil pero es mucho más sencillo de lo que parece. Hay que animarse que se puede”. Dijo que, en su caso, no proviene de una familia adinerada, tampoco viaja con ahorros. “Animar a que se pueden cumplir los sueños personales, en este caso el de viajar, pero sea cual fuere, es una cuestión de actitud. Sabíamos desde el principio que viajando de esta manera no íbamos a tener las comodidades de un hotel o de una cabaña, o la privacidad de esos sitios, porque en los hostels estas compartiendo todo el tiempo. Pero estamos viajando y estamos felices. No nos falta nada y no estamos mal, y como digo, es obvio que sin dinero no se puede viajar pero hay muchas formas de hacerlo y con bajo presupuesto”, explicó.
A través de las redes sociales, Rodrigo y Luna tratan de visibilizar esa situación. “Compartimos consejos, contamos nuestras experiencias, todo con el propósito de motivar a otros jóvenes a hacer lo que tienen ganas, sabiendo que en Misiones no es normal que los chicos de nuestra edad, hagan esto. Viajando conocimos a gente de todos lados, de distintos países, de distintos puntos del país, pero a ningún misionero. Eso nos resultó llamativo, y fue eso lo que nos incentivó a mostrar y que cada vez sean más los misioneros que se animen a viajar”.
El montercarlense invitó a que los sigan a través de Instagram (@ramiroaranda98) donde comparten contenido del viaje y también, quienes quieran, puedan colaborar con la iniciativa.