El pasado lunes 21 de Junio hemos celebrado el Día Internacional del Yoga en las condiciones que hoy nos imponen las difíciles circunstancias de la pandemia. Con nostalgia de esos maravillosos eventos multitudinarios de años anteriores, hemos podido seguir algunas de las numerosas actividades difundidas online por todo el planeta bajo el lema “Yoga en casa”, además de numerosas prácticas individuales o de pequeños grupos disfrutando en verdes espacios naturales.
En la mayoría de dichas emisiones hemos podido apreciar el mensaje de que nuestra disciplina es más que una actividad física, como decía el Maestro Iyengar al recordarnos que la palabra Yoga proviene del sánscrito Yug que significa unir, unidad, porque se refiere a una práctica de armonía física, mental y espiritual de antigua tradición. Desde que Vivekananda lo diera a conocer en Occidente a finales del Siglo XIX y hasta nuestros días, el Yoga ayuda a millones de personas a alcanzar la paz interior junto con el mejoramiento de sus condiciones de salud.
Ya sea que recurramos a las clases virtuales o a la disciplina personal, podemos destinar cierta hora del día o aprovechar los momentos oportunos para practicarlo en casa, con voluntad y decisión, con respiraciones suaves y profundas, casi sonriendo y descubriendo en cada una de las posturas cierta proximidad a lo que se llama autoconocimiento a partir de la conciencia corporal, o anatomía experiencial como la denomina Tere Puig.
Entonces podremos ir completando la conciencia de todos nuestros aspectos, desde el físico-orgánico, pasando por el mental y el emocional hasta llegar a percibir lo espiritual como almas vivientes que somos.
Así comprobaremos que será un tiempo ganado en paz y salud, en conciencia del cuerpo como la casa de nuestro Ser y como su maravillosamente diseñado vehículo, soporte material de nuestra proyección cuántica al Cosmos que nos integra. Y todo eso en casa, en silencio, en un ratito, en el momento presente, en el ahora, casi vislumbrando con inefable sensación la Eternidad, el Todo. Así, de entrecasa. Namasté.