A la heterogeneidad en materia de reglas y oferta electoral, se suma la manera en la que cada distrito enfrentará el desafío de ir a las urnas en medio de una pandemia. Ya en esta primera elección provincial se introdujeron múltiples adaptaciones que apuntaron a garantizar el ejercicio pleno de los derechos políticos de la ciudadanía sin que ello significara un riesgo sanitario.
Con la intención de mejorar la coordinación para minimizar la aglomeración y el contacto innecesario entre personas y, al mismo tiempo, garantizar la equidad en el acceso al sufragio, el Protocolo de Bioseguridad de Misiones extendió una hora el rango horario para emitir el voto (de 8 a 19), amplió la cantidad de centros de votación, limitó el número de mesas receptoras a siete por local, y priorizó el voto de personas que conforman grupos de riesgo (por ejemplo embarazadas, adultos/as mayores y otros/as amparados por disposiciones vigentes).
También se instauró la figura del “guía sanitario” para el vicepresidente segundo de cada mesa, que estuvo a cargo de cuestiones relacionadas con la organización de la fila de electores y la sanitización durante la emisión de cada voto.
Además, para proteger a las autoridades de mesa y garantizar el control ciudadano, una cuestión determinante para la integridad de los comicios, se dispuso dejar una silla vacía entre quienes conformaban las mesas y se colocó un separador de acrílico entre las autoridades y las y los electores.
Como era de esperarse, estas elecciones tuvieron un componente digital mayor como resultado de las restricciones impuestas por la pandemia. Además de permitirse la justificación online de la no emisión del voto y de ofrecerse capacitaciones virtuales a autoridades de mesa, en el distrito de Candelaria (donde ya se había empleado el voto electrónico) se incorporó un padrón digital. De esta forma, el registro de voto de ciudadanos y ciudadanas se realizó a través de un lector de QR, al acercar el DNI.
Las adaptaciones logísticas tomaron un protagonismo único durante esta jornada. Y aunque la aplicación de protocolos fue exhaustiva, los niveles de participación fueron más bajos que en años anteriores.
El porcentaje de participación en esta elección fue del 60%, aproximadamente, mientras que la proporción de votantes que asisten a las urnas en Misiones suele superar el 70% y en las últimas dos elecciones fue cercana al 80%.
Los niveles de participación en las elecciones son producto de una multiplicidad de factores. La literatura especializada en el tema destaca, entre otros factores de índole sociodemográfica, la percepción ciudadana sobre la importancia de la elección o la cercanía o lejanía a los centros de votación, para mencionar sólo algunos. Si bien resulta complicado definir la incidencia de cada uno de ellos, sí cabe tomar en cuenta que este año en Misiones la asistencia a las urnas pudo verse condicionada por al menos tres factores: el tipo de elección (una contienda que dirimía cargos legislativos provinciales, aislada de la elección nacional y sin que se encuentre en juego el Poder Ejecutivo de la provincia, algo que antes sólo había ocurrido en 2013, cuando la participación rondó el 70%), la variable sanitaria y un clima adverso, con lluvias que afectaron prácticamente todo el territorio de la provincia durante buena parte de la jornada.
La elección de Misiones se trató del primer examen electoral 2021 en nuestro país y puso a prueba la capacidad de llevar adelante el sufragio en este contexto.
Este precedente provincial, junto con las más de 120 elecciones llevadas a cabo en el mundo durante los últimos 15 meses de emergencia sanitaria, destaca la importancia de las medidas y adaptaciones para votar en pandemia para que la ciudadanía pueda concentrarse en lo central de toda votación: la elección de autoridades.
*Opinión de Carolina Tchintian, directora del programa de Instituciones Políticas de CIPPEC.Agradece los aportes de Manuel Bertazzo y Gonzalo Vronkistinos, integrantes de su equipo, para el armado de esta columna.