Dios es la música elevándote por sobre todo lo mundano, es la oración por el hermano, es el calor del sol en invierno.
Es la pureza que trasmite la sonrisa de un niño.
Dios no es un concepto o una idea. ¡Es vida! Sos vos yendo al trabajo por la mañana, es tu mamá cocinando, el diariero en una esquina.
Dios es tan simple y sencillo que no lo podemos comprender o abarcar con el pensamiento, solo sentirlo.
Observa las plantas crecer, el árbol reverdecer después de ser talado. Si eso no es Dios ¿qué es entonces? ¿Dónde se encuentra?
El milagro del nacimiento, el misterio de la muerte. ¿Quién o qué si no es Dios?
Un concepto, un ser Divino, una energía.
Un misterio a resolver cada día hasta el final porque aunque no lo creas, el milagro de la vida sigue siendo el mismo interrogante imposible de resolver y descifrar.
Cada vez que sentís o crees que ya está, se vuelve a esconder y así nos hace seguir caminando.
¡Qué maravilla, cuánta grandeza! Y así seguimos hasta que podemos sentir los colores, oír crecer a las plantas, ver dónde no hay, oler los sentimientos hasta poder integrarnos en la danza de la vida que no tiene principio ni fin porque nunca comienza y nunca se acaba. Siempre se transforma y adapta a las necesidades aspiraciones y lecciones para cada uno de nosotros que sin darnos cuenta, en el camino nos va despojando de todo lo superfluo hasta que nos volvemos sutiles.
Al final, encontrando nuestra esencia volvemos de regreso a nuestra morada.
El alma es donde se encuentra encerrado el misterio de la vida. Eso es Dios.
Sigue caminando. Todo es Dios.