Los trabajadores de la salud de todo el país, incluida Misiones, están a punto de cumplir un mes desde que el Gobierno nacional anunció el pago de un bono para el personal sanitario de $6.500 con la promesa de pagarlo a 740 mil personas del sistema de salud argentino (público y privado).
Ese anuncio del 19 de abril, como ya ocurrió en otras oportunidades, todavía no se concretó. Esos trabajadores a los cuales el presidente Alberto Fernández destacó tras haber criticado que el sistema sanitario se había “relajado”, que despertó duras críticas desde distintos puntos del país mediante entidades, gremios y por redes sociales; aun no pudieron cobrar siquiera el primer bono.
Es una historia repetida. Los tiempos administrativos nacionales son así de lentos. Cuando se implementó el primer bono en 2020, tardaron casi tres meses en empezar a pagar y, para colmo, dejaron a miles de empleados de la salud afuera.
Esta vez, al menos en las promesas, aseguraron que los discriminados en la primera etapa ahora serán incorporados.
Este conjunto de mujeres y hombres que trabajan más de lo que les corresponde salvando vidas en la pandemia, merecen ser una prioridad. Y el gigante aparato estatal, con el ya aceitado circuito del primer bono, podría haber acelerado los pagos en tiempos inflacionarios como los que vive el país en este casi primer semestre de 2021.
Al menos, para darle un pequeño alivio a los integrantes del sistema sanitario, en medio de la presión que implica dar respuesta a la altísima demanda que existe por el COVID, siniestros viales y otras enfermedades que exigen atención inmediata. Y no “bicicletearles” un reconocimiento más que merecido.