Poco a poco y con varios desafíos en el camino, la producción audiovisual en la provincia se posicionó como una parte importante del movimiento artístico en la región NEA. Tal es así que las realizaciones edificaron un lenguaje particular, siempre en diálogo con los vecinos países como Brasil y Paraguay. Al respecto, ENFOQUE dialogó con algunos realizadores de cine, documental y del mundo de la actuación para conocer un poco sobre cómo es hacer producción audiovisual en Misiones.
Entre las nuevas caras de la producción audiovisual, Elián Guerin explicó que “en primer lugar uno es un privilegiado por tener la posibilidad de estudiar cine. Después hubo que sortear obstáculos en la producción, donde trabajé en Buenos Aires. Cuando vine a Misiones estuve en la movida de la ley de cine, el Oberá en Cortos, con todos los compañeros que estuvieron detrás del tema y llevó a la conformación del Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones (IAAviM). Este es un gran apoyo que tenemos para producir en la provincia”.
Encarar una realización “es algo difícil. Por ejemplo, Maragato -su última producción- no contó con apoyo del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), lo cual hubiese sido muy bueno. Sin embargo, no siempre el Estado va a estar en cada proyecto y otras vías de producción son posibles gracias al Instituto provincial y el diálogo que tenemos también con los privados. Es bueno contar con un mecenazgo y siempre está en discusión el tema del beneficio de su participación en la producción audiovisual, que en su caso está en la publicidad”, añadió.
Al hablar de producción audiovisual en la provincia, Guerin aclaró que “hay gente con una mirada propia de cine de autor, los misioneros que hacen cine. También están las personas que vienen de afuera a filmar en Misiones. Ahora está en producción una película y es bueno que elijan a la provincia por la locación, los técnicos y todo lo que ofrece”.
A la hora de decidir dedicarse a este campo, este director compartió que “primero hubo que demostrar que realmente uno iba a hacerlo, porque al principio nadie te cree que vas a poder. Capaz que ahora es algo diferente pero hace unos años en la provincia no había dónde estudiar. Tuve que irme, acceder a una beca y es todo un proceso hasta llegar a la producción”.
Guerin reflexionó que “hacer cine con una identidad cuesta cuando necesitás que te aprueben los proyectos para una financiación para producir. Tengo unos 10 guiones pero no pude hacer ninguno en el circuito comercial pero logré producir otras cosas. Es un tiempo largo hasta llegar a la aprobación del proyecto, incluso se tienen que llegar a endeudar, por eso es difícil y es todo un camino”.
En cuanto al círculo para visualizar estos productos, indicó que “hay modos diferentes de ver cine. Hay películas que nunca van a ganar un festival pero que son súper taquilleras. Después tenés otras que son festivaleras y sólo llegan a verse en ellos, así que son procesos diferentes. La gente quizás consume y nunca se espera que detrás de eso hay misioneros en la producción”.
Al hablar de ser realizadores, “uno va haciendo cine con cierta identidad e intenta crear una obra”, señaló Elián Guerin. Además que “en la producción de Misiones, hablamos también de un nuevo cine de frontera, el cual tiene otra identidad implícita en un diálogo constante con Brasil y Paraguay. Hablamos de las historias y cómo se habla, no sólo desde lo verbal, sino de cómo es el arte en su lenguaje audiovisual”.
Los rodajes en Misiones
Elián Guerin contó que “la semana pasada terminamos el rodaje de Maragato. Es un proyecto que nace del concurso Entre Fronteras”. Esta producción fue organizada entre el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones y la Secretaría de Estado de Cultura de Rio Grande do Sur (Brasil).
“Lo interesante es que son institutos que no son de grandes ciudades y fue uno de los cuatro proyectos ganadores. El guión es de Sergio Álvez luego de una investigación sobre su descendencia afro. Con él entre otras cosas hicimos Urú, otros relatos de la tierra roja”, agregó.
En la historia de Maragato cuenta cómo “a través del río Uruguay hubo personas que escaparon de una guerra. Está basada en la historia de Teodoro, quien cae cautivo por uno de los ejércitos y termina haciendo tareas para ellos. Está ambientado en la revolución federalista entre 1893 a 1895. Fue una de las guerras civiles entre las bandas de los Maragato y los Picapau”, precisó Guerin.
Para el rodaje, “como la historia ficcional sucede en Brasil, cerca de las costas del río Uruguay, en la frontera con Argentina, lo filmamos en San Ignacio en una zona cercana al Club del Río. Contamos con el apoyo de Turismo Provincial, además del área de Cultura gracias a la cual accedimos a la casa de Horacio Quiroga. Participamos un equipo de misioneros, unas 30 personas, con una propuesta de una directora de fotografía y otra de arte de Brasil pero que con la pandemia no pudieron venir”.
Con Maragato aseguró que “tenemos un relato inspirador, una historia de época. Siempre existe una negativa de los productores para filmar este tipo de historias. Son temas que a mí me apasionan, como lo hicieron cineastas tan inspirados como Werner Herzog con películas como Aguirre la ira de Dios o Fitzcarraldo. Es un mediometraje de 27 minutos para el circuito de festivales y plataformas. La idea es organizar proyecciones por Misiones y generar un ruido por ahí. Uno siempre apunta llegar con un producto”.
La no ficción
Entre los realizadores entrevistados por ENFOQUE la documentalista y antropóloga Ana Zanotti compartió su experiencia en el campo audiovisual en materia de construcción del relato: “Hablar de esto es una forma de mirar cómo eran las cosas y cómo avanzaron hasta ser lo que ahora son. En ello, reúno en la realización de documentales una perspectiva antropológica. Para todos los realizadores, fue comenzar en un momento por cierto camino. En mi caso fue desde el SIPTED -Sistema Público de Teleducación y Desarrollo- que comenzó tras recuperar la democracia como un sistema para sanar la esfera de lo educativo que estaba desmantelado en Misiones. Estaba terminando mi carrera en la UNaM y comienzo a trabajar en una serie de documentales, fueron los primeros en la provincia”.
Recordó que “me tocó la suerte de trabajar en un equipo que en ese momento eran pocos. Por aquel tiempo había una forma instalada de cómo debía hacerse un documental, donde todo lo explica a través de voces en off. En estos primeros trabajos pusimos la voz de la gente y fue un cambio impresionante”.
Con los años “en los 90′ las tecnologías estaban un poco más cercanas a las personas, con el video doméstico, el VHS, los canales de televisión pero las productoras en su mayoría estaban en Buenos Aires. Eso también colaboró con la educación en cuanto a una formación con historias audiovisuales en las escuelas. Significó la incorporación de muchas personas en el uso de las herramientas, encontrar las historias y darles forma dentro de cada género, con problemáticas comunes y particulares para encontrar un valor propio”, añadió.
En este tipo de producción “uno empieza a ver que los caminos comienzan a unirse y avanzar, primero con pasos pequeños pero luego con algo más sólido. Con un aprender no sólo del error sino de la formación, aprovechar las trayectorias de los docentes, estar en el campo y producir. Es ahí donde gestás la manera de contar las historias. Una película implica manejo de tecnología aprendida para contar pero en un documental también está la curiosidad, la búsqueda de lo que sucede con un encuentro en las relaciones interpersonales. Así encontrás un lugar, una región, un fenómeno social”, manifestó Zanotti.
Aclaró además que “cuando hablamos de documental no es largarse al campo sino que uno sabe lo que quiere contar porque primero debe tomarse el trabajo de conocer y explorar. La realidad te va a marcar pero uno va pensando en los elementos para contarla. Es un diálogo con la realidad y el resultado de esto termina en un documental. Hablamos de hechos importantes que pueden transformarse en una producción de un minuto, en una historia que despertó tu deseo de conocer”.
En sus inicios siendo mujer en el mundo de la realización audiovisual, reconoció que “lo que más difícil resulta es aceptar cómo uno decide encarar su mirada y aprender a manejar las herramientas. Lo otro es la interrelación. En mi caso no tuve problemas relacionados con el posicionamiento de género. Esto tuvo que ver con los equipos de documentales, que son muy pequeños. Cuando convocamos a colegas, varones y mujeres, hablamos de un máximo de cinco o tres, donde cada cual aporta en su visión en el trabajo del otro y hay una construcción, con un respeto por el otro”.
Asimismo, explicó que “el panorama es muy duro en muchos casos y nos cuesta más a nosotras llegar, posicionarnos en cada aspecto de la vida. En Misiones, como tampoco éramos muchas, cada cual encontró su lugar para aportar lo suyo”.
Para contar historias, indicó que “en Misiones con las corrientes migratorias sumadas a las poblaciones locales hubo siempre que aprender a llevarse bien. Estamos en un borde e implica posicionarse con una diferencia entre el otro y la propia. En la realización conformamos un espacio regional a partir del Oberá en Cortos, a principios del 2000. Los que estábamos ahí en producción, junto con la región NEA, Paraguay y Brasil, iniciamos el foro entre fronteras, con un trabajo muy rico de asociación donde volcamos cada uno la experiencia que teníamos”.
En aquel entonces precisó que “en la provincia, no teníamos una ley de lo audiovisual en tanto que lugares como Paraguay no contaban con una ley nacional. Así que fue una forma de enriquecerse con las carencias, falencias y las posibilidades que caminamos. Todo eso nos fue dando fuerza y se constituyó la red de realizadores audiovisuales y se comenzó a gestar una ley provincial”.
Por Gabriel Fernández