Graciela Salardi tuvo una pareja de pequineces durante 18 años y con su partida prometió “nunca más tener perritos, estaba triste, era febrero y una generosa Andrea me donó a Pupy”, así reinició su vida.
Llegaron el 9 de noviembre de 2019, Titina es la mamá maltesa y Patricio, el papá es pequinés. El primer cachorrito de apenas 850 grs. “lloraba mucho, no podía adaptarse”, le daban mucho amor y todas las atenciones pero siempre lloraba. Y ¿qué creen que pasó? Justo de esa pareja había otro cachorrito que no fue retirado, “le habían dado el nombre de Pompon” y Graciela recuerda aquel encuentro de los hermanitos, fue mágico “cuando se vieron fue pura felicidad, para Pupy se terminaron todos los temores y llantos, sólo jugaban”.
Si bien el nuevo integrante llegó con nombre, “sentía que Pompon no era el correcto, tenía cara de Giusepe y así quedó”. Los hermanitos, juntos “aprendieron a subir los escalones y a hacer de todo. Giusepe tenía el doble de peso de Pupy pero pronto igualaron, hoy los dos pesan 9 kilos”.
Como son muy traviesos los llaman “los hermanos macana”. Van a la veterinaria donde los bañan y peinan cada 15 días.
Los pequeños, se criaron con otra amiga que hizo un poco de mamá, “la gata Gatusa que ya no está, pero con gran amor soportó todos los apremios de los dos”.
“Hace unos dos meses surgió un cambio en los dos, comenzaron las peleas y mordiscos, probamos de todo: medicación, gotas de flores de Misiones y nada funcionó. Con todo el miedo del mundo los llevamos a castrar, pobres las veterinarias Andrea y Daniela nos aguantaron porque con mi hija nos instalamos ahí hasta que salieron. Todo perfecto, pero la cosa siguió un tiempo más hasta ahora ya la armonía regresó al hogar”, cuenta Graciela más aliviada y tranquila.
Por supuesto, “duermen en mi cama y al despertar salen corriendo, empujan la puerta y van a saludar a todos los integrantes de la familia. Giusepe es muy mimoso le gusta dormir a upa porque Pupy siempre lo molesta; y Pupy es todo un atleta, juega a la pelota y es un campeón”.
El amor incondicional que brindan a la familia le recuerda a Graciela que “Dios manda a sus ángeles a la tierra sin ponerles alas. Ellos son los ángeles que llegaron a nuestra vida para darnos felicidad. Re amo a mis bebés”.
¡Gracias por compartir tan amorosa historia!