Alejandra Leguizamón encontró en el arte y en la práctica del budismo lo que buscaba para su vida. Esa espiritualidad y paz interior que se necesita para su vida, para disfrutar lo bello, sobrellevar lo duro. Aprendió el budismo de su padre Don Manuel de Reyes, ¡qué nombre!, ¿no?
Los recuerdos quedan grabados y marcados para siempre en el corazón, como cuando desde la terraza le decía: “Mirá el cielo Alejandra, lo grande que es y lo pequeño que somos nosotros”, después le decía “mirá a la gente abajo, qué pequeña se la ve y son como nosotros, pero fijate, todos somos iguales y depende de dónde lo mires, puede ser muy grande o muy pequeño”. Siempre fue maravilloso, de los que decían: “donde comen dos comen tres”, capaz de venir de pasear con nosotras y los caramelos que les compraba los repartía con la gente que viajaba en el mismo vagón del tren.
Si tenía un problema de salud le llevaba su padre al médico y cuando estaban en la sala de espera, él decía “no hables, sólo observa” y cuando salían preguntaba que había visto y era entonces cuando le decía que había que aprender a conocer a la gente más por sus gestos que por sus palabras.
El budismo es conocido como una doctrina filosófica y religiosa en la cual no creen en ningún Dios, pero sí en una presencia espiritual suprema; es una corriente no-teísta, sus principios se basan en los conocimientos y la naturaleza, las personas practicantes de este modo de vida pueden llegar a un armonioso entrenamiento espiritual y manejo de la psiquis.
En octubre del ’92 conoce el budismo nichiren daishonin, estaba pasando por un problema familiar y llega un cliente y le dice: “qué cara”, le comentó lo que sucedía y le dijo, si querés ser libre e independiente repetí: “Nam myoho rengue kyo. Libre e independiente, la Alejandra que siempre fui”.
Para este entonces, criando a sus hijos se alejó un poco del arte. A los 52 años retoma otra vez la pintura, en La Plata donde trabaja con la artista plástica Gladys Giles. Hoy con 64 años, cada mañana hace su oración frente al Gohonzon, mandala en Sanscrito del Budismo de Nichiren Daishonin y luego se sumerge en el mundo del color y las formas, de las pinturas y los pinceles.
Alejandra nos deja una tarea, buscar en Internet Soka Gakkai de Argentina, ahí somos todos iguales, es un mundo de mucho arte y crecimiento espiritual y vas a encontrar toda la información.
Como budista desde que empezó a practicar alentó a gente para que también lo hiciera, para que no bajen los brazos, todo sucede porque tenemos el potencial para superarlo, pase lo que pase, sea cual fuere el resultado, aún el más triste. El Gohonzon, es el Universo, que somos nosotros mismos, por eso todo lo decidimos, lo determinamos, aunque no lo creamos, a cada instante estamos creando algo en nuestra vida, creando triunfo o derrota.
Frases que Alejandra repite constantemente
“Sin falta voy a ser la reina de la sonrisa eternamente victoriosa”, frase de Kaneko Ikeda.
“No me verán vencida ni aún vencida”.
“Cuántas veces me caiga me voy a poner de pie, me voy a demostrar a mi misma la fuerza y el poder que tengo para triunfar”.
“Quiero ser feliz y que los demás también lo sean, los que me quieren, los que no me quieren”.
En los momentos más dolorosos usa la frase: “Sufra lo que tenga que sufrir, goce lo que tenga que gozar y continúe invocando Nam * Myoho Rengue Kyo, pase lo que pase”.
“Cuanto más oscura es la noche, más cerca está el amanecer”.
“Todos ustedes, amigos, poseen una piedra preciosa en su interior. Son como una montaña de tesoros escondidos. ¡Qué lástima sería pasar la vida entera sin jamás descubrir todo ese valor!”.
*Myoho se pronuncia miojo
Gohonzon se pronuncia Gojonzon