Como cada 28 de abril, hoy se conmemora el día de la beata María Felicia de Jesús Sacramentado, la primera mujer paraguaya que llega a los altares de la Iglesia Católica.
Las hermanas Carmelitas Descalzas y los devotos de la beata celebran la fecha con alegría y piden por la pronta canonización que pueda colocar definitivamente a “Chiquitunga” entre los santos católicos.

Vida de Chiquitunga
La beata María Felicia de Jesús Sacramentado nació en el seno de la familia Guggiari Echeverría el 12 de enero de 1925. Más conocida como Chiquitunga, desde pequeña mostró dotes de santidad al regalar su abrigo a una niña que no tenía con qué cubrirse.
Desde pequeña era muy querida por la gente, tanto en su natal Villarrica como en Asunción. A la capital llegó con sus padres cuando era joven. Lideró en las filas de la Acción Católica y realizó un entrañable trabajo de apostolado, llegando a los bañados y visitando asiduamente el Hospital de Clínicas.
Aunque conoció el amor humano –al que luego renunció para ingresar al convento– cuando se enamoró de su amigo Ángel Sauá, su verdadera pasión era Cristo Eucaristía. Es por eso que adquirió el nombre de María Felicia de Jesús Sacramentado cuando ingresó al convento.
Quienes la conocieron dijeron que era una joven sencilla y siempre dispuesta a ayudar.

La Santa de la gente
Chiquitunga entró en la historia de la Iglesia paraguaya “como alguien que no murió; o si murió –hablando espiritualmente– está viva entre nosotros”, decía al diario La Nación de Paraguay la hermana Maura Melgarejo, la religiosa del convento de las Carmelitas Descalzas de Asunción que tuvo a su cargo transcribir todos los escritos de la beata.
“Ella no se va a quedar en el altar tiesa, sino que va con la gente porque la gente así le siente, en medio de ellos. La figura estará en el altar, pero ella está viva caminando entre nosotros cada día”, sostuvo la religiosa al indicar que los devotos la sienten en pequeñas cosas, por ejemplo, cuando ven o huelen un jazmín.
Explicó que a la beata María Felicia se la relaciona con el jazmín, pues era la flor que no solo llevaba en el pecho, sino además era la que regalaba a la gente. Muchas veces, cuando ella pasaba por algún lugar y no encontraba a nadie, dejaba una flor de jazmín en el sitio.
Fama de santidad
Chiquitunga era muy querida y cuando se supo de su muerte, el 28 de abril de 1959, varios sacerdotes fueron a celebrar misa pidiendo su eterno descanso, según recordó la entonces madre superiora, Teresa Margarita del Sagrado Corazón de Jesús, en una carta remitida a la M. Rda Madre Priora, contando la vida y muerte de María Felicia.
En ese documento -que está copiado íntegramente en el libro “Un Lirio de la Acción Católica”-, la superiora también cuenta que mucha gente llegó hasta la reja del convento a rezarle responsos.
“Imponente fue el acompañamiento que llegó hasta la necrópolis de la capital donde se pronunciaron sentidas alocuciones fúnebres”, describía la religiosa al indicar que Chiquitunga era un “alma sencilla y generosa”.

La beata María Felicia de Jesús Sacramentado nació el 12 de enero de 1925 en la ciudad de Villarrica. En el año 1941 ingresa a las filas de la Acción Católica, donde militó hasta ingresar al convento de las Carmelitas Descalzas, en febrero de 1955.
Antes de entrar al convento, en 1950 ingresó a la escuela de profesores del Colegio Presidente Franco y fue delegada de los niños de la Acción Católica.
En enero de 1959 su salud comienza a deteriorarse, pues es hospitalizada en la Cruz Roja a causa de una hepatitis infecciosa. Más tarde, a finales de marzo su hermano Freddy le diagnostica púrpura (trastorno del sistema inmune por el cual éste destruye las plaquetas del propio organismo) y ordena internación inmediata.
Su salud cada vez más deteriorada hace que solicite la extremaunción que le fue dada ese mismo año, a los 34 de vida. Tras recibir este sacramento ella escribe: “Si Jesús me lleva, como estoy esperando a veces, no sé por qué, de un momento a otro estoy completamente dispuesta, aunque después de la extremaunción se está dilatando un tanto y los sentidos todos parece como que quisieran escaparse para ponerse al contacto de cosas y casos que ya no les interesan”.
A partir de la noche del 27 de abril comenzó la agonía y en varias ocasiones se desvaneció, por lo que ella decía: “Otra vez me quedé, Jesús está jugando conmigo”. Sin embargo, el 28 de abril, a las 4:10 dice sus últimas palabras antes de morir: “¡Jesús te amo!”, “¡Qué dulce encuentro!”, “¡Virgen María!”.
El proceso de beatificación y canonización de la beata comenzó en 1997, el 30 de marzo, cuando se envió el pedido al postulador en Roma para para iniciar la causa. El 17 de junio se autorizó al arzobispo de Asunción a abrir el proceso y el 13 de diciembre la causa fue abierta, iniciando las primeras sesiones del Tribunal el 26 de diciembre. Se tuvieron en cuenta los diarios íntimos, las cartas y también las declaraciones de los testigos para continuar el proceso.
Tras seguir los pasos correspondientes, en marzo del 2010, el papa Benedicto XVI la declaró venerable, mientras que en el 2018, la Congregación de la Causa de los Santos acepta el milagro obrado por Chiquitunga y en marzo de ese año el papa Francisco decretó la promulgación de la beatificación.

El acto se realizó el 1 de junio ante una multitud ferviente en el estadio Pablo Rojas. Ahora se espera un segundo milagro, para que finalmente María Felicia sea erigida como la primera santa paraguaya y pase a engrosar el altar con San Roque González y sus compañeros mártires.
Fuente: lanacion.com.py









