El soldado misionero Oscar Andrés Dávalos Peralta, víctima de la explosión de una granada durante un ejercicio de entrenamiento en agosto de 2007, denunció “abandono” del Estado. Según él, no sólo le dieron la baja sino que el Ejército tampoco le cubre los gastos médicos de la rehabilitación.
“Estábamos en maniobra de material explosivo, es decir su desarme, algo que no teníamos que hacer pero seguíamos instrucciones de un superior. Cuando mi jefe, a cargo del pelotón, se da cuenta que una granada iba a explotar se lanzó encima para cubrir el impacto y por supuesto falleció al instante. Del resto de los presentes – éramos cuatro – a mi me quedaron las secuelas más fuertes”, relató Dávalos Peralta quien optó por hacer pública su historia para que se destrabe la demanda judicial.
“Yo era el soldado que estaba más cerca de quien falleció y soy el único que sigue con secuelas. Al resto de mis compañeros no les ocurrió nada más allá de las esquilas en las piernas. A mi me intervinieron quirúrgicamente, cirugía de intestinos, piernas, tengo cicatrices en todo el cuerpo y perdí la visión de un ojo”, relató sobre su calvario.
El misionero, quien nació y creció en Santo Pipó, decidió que al cumplir la mayoría de edad iba a alistarse en el Ejército con el sueño de crecer en la institución.
En 2005 ingresó al Regimiento de Caballería de Tanques XI, y al tiempo de estar en servicio, en agosto de 2007, sufrió un accidente que lo incapacitó.
Pasado un tiempo de su recuperación, Dávalos Peralta recibió el traslado a Río Gallegos y, desde allí, a Buenos Aires, su ciudad de residencia actual ya que sigue con los tratamientos de su caso.
“Me mantuvieron en coma inducido por casi tres meses”, recordó. Para ese entonces Dávalos Peralta tenía 24 años.
“El accidente me robó la juventud. Me echaron y me sacaron todo derecho”, enfatizó sobre el sueño convertido en pesadilla.
En un mar de burocracia
Tras la lenta recuperación, el hombre pidió continuar con su tratamiento en el Hospital Militar de Buenos Aires, donde permaneció en rehabilitación hasta 2010 cuando le llegó una resolución médica en la cual le dan la baja y se tuvo que ir.
“Desde entonces y hasta ahora no me reconocieron nada. No tengo ningún tipo de beneficio además del trámite de pensión que hice por mi cuenta. De todas formas, no me alcanza para cubrir costos de tratamiento y por eso llevé mi causa ante la Justicia”, puntualizó.
Sólo el tratamiento de la vista cuesta 70 mil pesos.
“Yo quiero que la institución se haga cargo de lo que me pasó”, indicó el ex soldado.
En ese sentido, Oscar Andrés Dávalos Peralta también solicitó su readmisión en las Fuerzas Armadas, para seguir con la cobertura de la institución, ya que aduce que fue despedido por “insuficiencia de condiciones psicofísicas” tras sufrir el accidente, sin que por ello perciba alguna prestación vitalicia por discapacidad.
“Estamos esperando la decisión del Juez”, dijo el misionero, aunque no tan esperanzado porque son muy lentos los tiempos de la Justicia en el Juzgado Civil y Comercial 2, secretaría 4 de la Ciudad de Buenos Aires, donde se desarrolla su caso bajo el expediente 8412, con carátula “Daños y perjuicios en accidente de trabajo Enfermedad profesional”.
“Quiero que la institución me de un resarcimiento, nunca me reconocieron los costos de tratamiento, que son muy elevados. Supuestamente tengo documentación para que me atiendan de forma gratuita, pero cuando me presento en el hospital me tienen de un lado para el otro. El Estado y el Ejército me abandonaron después de arruinarme”, reclamó.
Mayor impacto
“Yo era el soldado que estaba más cerca de quien falleció, sufrí el mayor impacto y sigo con secuelas. Al resto de mis compañeros no les ocurrió nada”, fue parte del desgarrador relato de Oscar Andrés Dávalos Peralta.