Una de las características distintivas del virus SARS-CoV-2 es que infecta a un gran porcentaje de personas que cursan la enfermedad de forma asintomática. Muchos se preguntan si tuvieron en algún momento coronavirus, y una conjunción de síntomas de las denominadas secuelas pueden advertirnos que fuimos portadores de la afección.
A pesar de que existe un test específico para determinar si una persona cuenta en ese momento con anticuerpos (IgG e IgM), se trata de una prueba de laboratorio bastante costosa, que no baja en la Argentina de los $2.500. Hoy, a poco más de un año de los primeros casos documentados en el país, sabemos que existen efectos a mediano y largo plazo que el COVID-19 puede causar tanto en aquellos que tuvieron síntomas en la fase aguda como en los que no manifestaron ninguno de ellos.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), al día de hoy los síntomas más habituales son fiebre, tos seca, cansancio; mientras que menos comunes las molestias y dolores corporales, dolor de garganta, diarrea, conjuntivitis, dolor de cabeza, pérdida repentina del sentido del olfato o gusto y/o erupciones cutáneas o pérdida de la coloración en los dedos de las manos o de los pies. Entre los más graves, resaltan la dificultad para respirar o sufrir una sensación de falta de aire, dolor o presión en el pecho y la incapacidad para hablar o moverse.
El epidemiólogo Hugo Pizzi explicó: “Entre los asintomáticos hay un 30% que quedan con cronicidad COVID-19. De ese 30% hay un porcentaje que le afecta el corazón fundamentalmente con arritmia, a nivel cerebral con irritabilidad e insomnio y a nivel pulmonar quedan pequeñas zonas de fibrosis que no vuelve a ser el mismo órgano”.
“Esto se manifiesta fundamentalmente con un cansancio marcado, e incide en la actividad física que habían tenido previamente. Conozco de muchos casos de personas que realizaban ejercicio físico y deportes de manera habitual, tuvieron la enfermedad hace seis o siete meses y ahora no pueden subir escaleras, presentan astenias -debilidad o fatiga general- muy marcadas, les cambió la vida completamente”, precisó.
“Ni los sintomáticos ni los asintomáticos pueden muchas veces evitar las secuelas por COVID-19”, advirtió.
En definitiva, no existe al día de hoy un examen preciso, económico y simple para saber si en el pasado se tuvo coronavirus. El diagnóstico por PCR ofrece una fotografía del momento, e indica si el SARS-CoV-2 está presente en el preciso momento del hisopado nasofaringueo.
Laura Palermo, doctora en virología y profesora de la Universidad Hunter y en la Universidad de la Ciudad de Nueva York, detalló: “Lo que se observa cuando se analizan personas que se infectaron pero que no tuvieron síntomas son características anormales en los pulmones y en el corazón. Por ejemplo, en una tomografía de pulmón de un paciente que tuvo COVID-19 asintomático se pueden observar sectores con otra coloración, debido a la presencia de un proceso inflamatorio. Esto es similar a lo que se ve en aquellos que presentaron síntomas, aunque menos severo”.
Lo que hay que recalcar que la mejor situación para todos es prevenir los contagios e inmunizar a toda la población”, recomendó.
Según estimaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés), hasta el 40% de las personas no presentan ningún síntoma de la enfermedad.
De todas formas, los expertos coinciden en que una serie de síntomas manifestados como secuelas pueden indicar exposición pasada al virus:
Cuadro de resfrío
Puede ser difícil distinguir entre una gripe convencional y una forma leve de COVID-19 sin un test diagnóstico específico de laboratorio. Pero dependiendo de los síntomas que se experimentan, se puede determinar que generalmente los resfriados no causan dificultad para respirar, dolores de cabeza severos o síntomas gastrointestinales, como sí lo hace el nuevo coronavirus.
Fatiga
Es uno de los mayores efectos persistentes, según varios estudios. De acuerdo a una investigación de JAMA, un 53% de pacientes manifestaron tener una intensa fatiga unos 60 días después de mostrar los primeros síntomas por COVID-19.
Los científicos aún no están seguros de por qué este cansancio permanece por tanto tiempo y creen que podría ser la forma en la que el sistema inmunológico de una persona reacciona frente al virus o la forma en la que el virus afecta al cuerpo.
Sin embargo, mostrar signos de cansancio extremo también puede deberse a otros factores como no dormir bien, por lo cual el síntoma por sí solo no es indicador suficiente para pensar en que la persona tuvo coronavirus.
Daños al corazón
Existen varios registros de pacientes que experimentaron problemas cardíacos después de contraer el virus. Un estudio de 100 personas que se recuperaron de COVID-19 publicado en Jama Cardiology realizó resonancias magnéticas en ellos y halló que el 78% tenía algún tipo de anomalía cardíaca independiente de cualquier condición preexistente.
Tos persistente
Es uno de los indicadores informado por muchos de los participantes del estudio de JAMA. La tos a menudo es seca, sin presencia de flema. Según datos de los CDC, el 43% de las personas que tenían COVID-19 todavía tenían tos de 14 a 21 días después de salir positivos en un test PCR.
Pérdida de gusto y olfato
Esta falta repentina de percibir lo que se huele y el sabor de lo que se come es el gran sello distintivo del nuevo coronavirus. Si bien no sucede en todos los casos, está demostrado fuertemente su incidencia ante el SARS-CoV-2. Datos preliminares de la Academia Estadounidense de Otorrinolaringología-Cirugía de Cabeza y Cuello (AAO-HNS) encontraron que en los pacientes con COVID-19 que perdieron el sentido del olfato, el 27% tuvo alguna mejoría en aproximadamente siete días, mientras que la mayoría mejoró en 10 días.
Aunque también es posible perder estos sentidos temporalmente con otras enfermedades respiratorias, como un resfriado o alergias estacionales, la gran diferencia con el coronavirus es que este síntoma puede permanecer por mucho tiempo, incluso tras meses de recuperarse de la enfermedad.
Pérdida de cabello
Muchos pacientes que se recuperaron del virus informan problemas de pérdida de cabello.
En este sentido, el doctor Jorge Larrondo, dermatólogo de Clínica Alemana, advirtió: “Hemos visto que desde la aparición del COVID-19 han aumentado progresivamente las causas por caída de cabello, lo que se debe a múltiples factores, como la presencia de estrés fuera de lo habitual”.
Es poco probable perder más cabello de lo habitual sin tener otros síntomas, como tos o fiebre, por lo que ese puede ser un muy buen indicador de que alguna vez tuvo la enfermedad.
Conjuntivitis
De acuerdo a lo explicado por Pablo Wainberg, jefe médico de Oftalmología del Centro Médico Ambulatorio de Swiss Medial Gorup, (MN 77968), “existen pacientes que, durante el proceso del coronavirus, tienen conjuntivitis. Suele presentarse en la fase media de la enfermedad. Es más frecuente en esa etapa que en la fase inicial. Pero aún, en esa fase de la enfermedad, la frecuencia es baja. Es una minoría”.
“Incluso, en las personas que ya fueron diagnosticadas con coronavirus -que estaban internadas hace varios días- la probabilidad de encontrar el virus es baja. Esas personas pueden tener conjuntivitis o pueden tener congestión ocular, por ejemplo, con otros signos que afectan a la conjuntiva y que se pueden dar en algunos pacientes, cuando están internados y con respirador. Es decir, el paciente que está internado y tiene un respirador, recibe algunas medicaciones para poder soportar a éste último, que provocan sequedad en el ojo y hacen que ese órgano no se cierre completamente. Eso provoca que el ojo se ponga rojo y que sea, también, una conjuntivitis pero no infecciosa”, precisó.
Fuente: Infobae.