En el Centro Cultural de la Estación se inauguró la muestra “Toda mitología esconde una realidad”, del artista visual y arquitecto posadeño, Nicolás Rodríguez Sosa. La misma estará abierta hasta el viernes 23 de abril, y puede ser visitada de 8 a 12. Cuenta con el apoyo de la Beca de Creación en Artes Visuales del Fondo Nacional de las Artes, del Gobierno de Misiones, Cultura Misiones y la Secretaría de Estado de Cambio Climático.
Esta muestra individual que se exhibe en la Vía Cultural de la Estación, de Posadas, es el resultado de una investigación de dos años acerca de la mitología, desde su potencia para construir otras experiencias perceptivas y materiales.
Las obras de este artista de 31 años -que para “Toda mitología…” contó con la asistencia técnica y la colaboración artística de Javier Alemanno, el registro audiovisual de Facundo Rodríguez y la Producción y Gestión 2020-2021 de Laura Andino- ensayan e insisten en crear otras realidades utópicas y temporalidades a partir de diferentes lenguajes como dibujos, pinturas, objetos escultóricos y fotografías, como fragmentos caóticos e incompletos de un mismo mundo fantasioso y mitológico.
La exhibición gira en torno a una estructura de alas de seis metros que recrea las alas de un urutaú: una escultura colgante que se transforma en un espantapájaros. La leyenda de ícaro, el mito del urutaú, el trabajo de los trabajadores y trabajadoras de la yerba mate, los superhéroes infantiles y mágicos, que son algunas de las narraciones que se entrelazan expuestas y se apropian de narrativas existentes y las subvierte, creando un imaginario onírico y singular desde la mirada del artista Nico Rodríguez Sosa, que reside en Buenos Aires.
Mitología guaraní para construir otras experiencias
Sobre su obra, Rodríguez Sosa recordó que cuando tenía 8 años, un pájaro fantasma se posó en el árbol que dividía su casa, la de su abuela y la de su tía. Escondido entre las ramas, emitía un quejido desgarrador y un canto melancólico que iba desde lo más agudo a lo más grave.
“Me explicaron que según la leyenda, el pájaro se lamentaba por las muertes injustas y espantaba a los fantasmas. El urutaú se quedó en ese árbol por varios días. Yo lo escuchaba cantar de noche, al acostarme. Una sensación extraña había aparecido. Una duda no me dejaba dormir y me invadía el cuerpo: ¿Qué era una muerte injusta?”, se preguntó.
Este trabajo investiga la performatividad de la mitología desde su potencia para construir otras experiencias perceptivas y materiales. A partir de la invención de otras realidades y la subversión y difracción de otras narrativas existentes, retornar (como objetivo imposible) a una fantasía infantil y onírica; un superhéroe mitológico con alas gigantes de yerba mate.
Una mezcla entre un ícaro litoraleño que no puede volar muy alto porque el sol puede quemar sus alas, pero tampoco demasiado bajo ya que el río puede mojarlas. Un ícaro protector de las muertes injustas, que sobrevuela los yerbales. Un ícaro zapecado (en guaraní, “abrir los ojos”) que estalla y se expone a las llamas, como las hojas de yerba, para abrir los ojos.
“Esta muestra ‘Toda mitología esconde una realidad’ se compone de una serie de imaginarios alrededor de este universo subjetivo: objetos, dibujos, pinturas, y fotografías en torno a una estructura de alas de seis metros de longitud. Un objeto escultórico que se construye como una figura de protección de la niñez y una performance espantapájaro (fantasma) que consiste en la acción de coser las alas con hojas de yerba y cera como un acto mágico afectivo para recrear esa fantasía infantil y eliminar las muertes injustas del glosario de mi cabeza”, expresó el joven artista.