La producción de ladrillos conlleva un arduo trabajo. En la actualidad, la situación de los oleros independientes es complicada, ya que las ventas todavía se mantienen en baja y el margen de ganancia es mínimo y hasta casi nulo. “Estamos luchando y lo estamos sobrellevando, pero es muy difícil porque es un trabajo muy pesado y sacrificado, y la gente no le da valor”, dijo Saturnina Gamarra, quien se dedica a la actividad hace 30 años.
La mujer del barrio El Porvenir II brindó un panorama a PRIMERA EDICIÓN sobre cómo está la actividad. “La venta es pésima y la gente no quiere pagar lo que es. Los que compran quieren bajar mucho el precio”, deslizó.
Hasta el momento mil ladrillos se comercializan a $10 mil en el horno. “Los compradores no quieren pagar más de $6 mil o $7 mil”, lamentó. “Si vendemos a $10 mil la ganancia es de $2 mil y a veces menos. Pero, es muy poco porque tenemos que comprar todo”, señaló.
Reconoció que muchos subsisten sólo con las ventas de ladrillos. “Estamos pasando por una situación difícil y muchos no pueden esperar porque tienen hijos, por lo cual terminan vendiendo a ese precio”, deslizó.
En relación a la pandemia, dijo que “la producción y la venta fueron afectadas porque al principio se pararon las construcciones”.
Gamarra evidenció que los insumos tuvieron un importante incremento y es otro factor que conlleva a la poca ganancia. “No quieren pagar el precio del ladrillo y no se pueden cubrir los precios de los insumos. Sin materia prima no se puede trabajar”, aseguró.
Detalló que “la leña está $1.200 el metro y para quemar un horno necesitamos de 5 a 7 metros; además el aserrín y muchos compran tierra y los que tienen necesitan de la máquina para retirarla y eso también es un gasto”.
Trabajo de la cooperativa
Por otro lado, desde la cooperativa de trabajo de Ladrilleros Unidos “Nuestra Señora de Itatí”, Zunilda Recalde, manifestó a PRIMERA EDICIÓN que “nosotros empezamos bien (el año) porque en diciembre fue inaugurado el Parque Olero y en enero se empezó con la prueba piloto de las máquinas y la línea de producción”.
“Lo que se sacó se vendió en Itaembé Guazú”, expuso. A la vez, contó que “a medida que se va produciendo más y que va saliendo más producción se van incorporando más socios”.
En cuanto a las ventas, comentó que “este mes bajó un poco, ya que los anteriores teníamos pedidos por adelantado. Pero, ahora el horno que sale se va comercializando de a poco”. La cooperativa cuenta con unos 30 socios.
“Los oleros tienen mucha necesidad y es por eso que muchos bajan el precio, pero se reduce la ganancia de estos”, remarcó Recalde.