Hablar de concientizar acerca del Trastorno del Espectro Autista (TEA), es aceptar que las personas con autismo tienen una personalidad tan complicada y amorosa como cualquiera. “Aprender a aceptar al otro es lo más importante para que la sociedad no se pierda”, dijo a PRIMERA EDICIÓN el presidente de la Fundación de Apoyo a Padres De Hijos del Espectro Autista (FAPADHEA), Eduardo Sisto.
Sin embargo, aceptar esto también implica reconocer que el TEA es un trastorno que dificulta el desarrollo del proceso de socialización y que, a pesar de no tener cura, su detección temprana y tratamiento precoz son fundamentales para garantizar una mejor calidad de vida a la persona con autismo y su entorno.
Falta integración social
Al consultarle por los principales obstáculos que hay actualmente en la sociedad para una persona con autismo, Sisto remarcó la falta de integración. “La sociedad tiene muy buena voluntad pero le falta práctica. Todos hablamos de la inclusión, pero al momento en que vemos algo que no entra en nuestros parámetros, pensamos dos veces si lo integramos o no”, consideró.
Y en un contexto de pandemia mundial, esta problemática se profundizó aún más. “En este momento, la sociedad se vuelve cada vez más egoísta por estar en un estado de supervivencia social, económica, política y cultural. Hay cada vez menos inclusión”, sostuvo.
Sin embargo, desde la Fundación de Apoyo a Padres De Hijos del Espectro Autista trabajan hace más de diez años para cambiar esto e insistió en la importancia de que “todos los profesionales entiendan lo básico acerca del TEA, desde médicos a peluqueros”.
“Los primeros terapeutas son los padres”
Según dijo Sisto, “los primeros terapeutas son los padres porque las manifestaciones iniciales se dan en los primeros vínculos del bebé con su mamá”.
En este sentido, explicó que “lo común es que el niño mire a su mamá cuando lo amamanta o que responda con una sonrisa o con el llanto cuando le hacen gestos”. En cambio, cuando no se establece ese vínculo y el bebé se muestra indiferente a estas acciones, “podría tener un trastorno en la comunicación y esto supone que va a tener disminuida su capacidad de desarrollo”, mencionó.
Una vez que se detectan estos primeros indicadores, “el rol del pediatra es fundamental y por eso es importante que se capaciten en la detección del TEA. No hay que minimizar las pequeñas señales creyendo que con el tiempo van a pasar. Si hay algo fuera de lo común, hay que atenderlo”, aseguró.
La escuela es clave
La escuela, como el espacio donde los niños aprenden valores y se desarrollan, debe ser la primera institución que incluya a los niños con autismo. “Hay muchas maestras que nos dicen que no están capacitadas para enseñarles, pero les reclamamos que se preparen”, dijo.
Y así como desde la Fundación exigen la capacitación docente, también “pedimos a los papás que no dejen al chico solo en la escuela: no es un depósito donde dejan al niño. Debe tener un acompañamiento pedagógico, psicológico y familiar”.
Según Sisto, “la escuela no debe ser considerada un espacio con rejas: principalmente en los primeros años, los chicos van a la escuela a hacer amigos, entonces hay que estar atentos a si esto se cumple. Si vemos que le cuesta encontrar compañeros para compartir y jugar, hay que buscar diferentes estrategias para ayudarlos a socializar”, señaló.