Movimientos que nos traen desestructuras, desestructuras que traen desafíos, desafíos que nos traen situaciones a resolver, todo esto nos genera vértigo, ansiedad, incertidumbre, adaptarnos, modificarnos, reciclarnos.
Sí, así es, no estamos de vacaciones con un jugo en el Caribe.
¡Qué es la vida si no!
La vida es movimiento, aprendizaje, experiencias, desafíos. Caos, orden.
Yo me pregunto ¿cuál es ese pensamiento de que nada se tiene que mover?
¿Que todo está en orden cuando no hay movimiento y permanece estático?
¿Que todo está tranquilo cuando no existe movimiento? Eso sería la muerte. La inmovilidad está más asociada a los procesos que perecen.
La creación toda está en constante movimiento, siempre. Movimiento, cambio, evolución.
Todo el tiempo pasan cosas, pasan cosas a nuestro alrededor, sólo por momentos no pasa nada, sólo instantes.
Entonces ¿por qué queremos siempre volver a esos instantes? ¿Con qué asociamos la falta de movimiento y lo estático? ¿Acaso lo asociamos con el equilibrio?
La práctica es todo el tiempo, la vida es todo momento, el equilibrio que conquistamos en un momento, al siguiente se nos puede perder, ese es el juego, eso es estar en la vida.
¿Qué hago con eso entonces?
¿Sólo lo practico en casa? ¿En la meditación, en la rutina de yoga, en el tatami, en el grupo de conocimiento espiritual o en la calle, en el trabajo, en la familia?
Para aquellos que anhelan el monasterio para hacer sus prácticas espirituales les digo que eso ya pasó, ahora con lo aprendido hay que salir a la calle, trabajar con el cotidiano, hacer servicio, mirar al que no tiene, no sabe, no puede; mirarlo con amor, ayudar con humildad, enseñar sin arrogancia. Ese es el camino. Eso es la nueva era, la Era de Acuario.
Grupo, equipo, solidaridad, igualdad, fraternidad, comprensión.
Todos somos iguales en esencia, en distintos tiempos, momentos, ciclos evolutivos.
¿Qué hacemos con eso? ¿Tomamos el poder sobre el otro o aprendemos de la diferencia y buscamos el sentido mayor que es común y afín a la humanidad?