El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, destituyó hoy a los tres jefes de las Fuerzas Armadas, quienes se negaron a continuar en sus cargos actuando políticamente a favor del Poder Ejecutivo contra las cuarentenas que gobernadores e intendentes decretaron para enfrentar el colapso hospitalario provocado por la pandemia de coronavirus.
La crisis militar y de gobierno ocurre un día antes del aniversario 57 del golpe de Estado de 1964, que instaló una dictadura hasta 1985 y es reivindicada por Bolsonaro y por los militares que ocupan el primer escalón del gobierno.
El motivo es la intención de Bolsonaro de utilizar a las FFAA como parte de su accionar contra las cuarentenas y toque de queda de los estados. “Yo no cierro nada, la vida vale tanto como los empleos, yo no soy el responsable de cerrar las ciudades”, dijo Bolsonaro a seguidores en el Palacio de la Alvorada.
El nuevo ministro de Defensa, general Walter Braga Netto, informó la decisión de reemplazar al jefe del Ejército, Edson Pujol, al de la Marina, Ilques Barbosa, y al de la Fuerza Aérea, Antonio Bermúdez.
Azevedo dijo que salió del cargo manteniendo a las FFAA como “fuerzas de Estado”; una forma de decir que rechazó el alineamiento político con el jefe del Estado.
Es la primera vez desde el fin de la dictadura que todos los comandantes militares son sustituidos en una misma decisión.
No se informó aún quienes serán designados en las tres fuerzas.
“Todos los posibles candidatos a reemplazar al jefe del Ejército tienen el mismo perfil que Pujol. Y no van a ceder a las presiones de Bolsonaro”, dijo a Télam el analista militar Gunter Rudzit, profesor de Relaciones Internacionales en la universidad ESPM de Sao Paulo, especialista en Seguridad Nacional y ex asesor del Ministerio de Defensa en 2001-02.
Según él, la tensión deberá disminuir con la designación de los nuevos jefe militares “pero no desaparecerá”, pese a que el de Bolsonaro es un gobierno apoyado en más de 6.000 militares distribuidos en toda la administración pública en funciones ajenas a los cuarteles.
Según Rudzit, los jefes militares se oponen a “los movimientos de insubordinación de las policías militares” como los que impulsan las bases bolsonaristas para enfrentar a los gobernadores.
El mandatario realizó los cambios luego de haber hecho la mayor reforma ministerial, con seis alteraciones en el gabinete, entre ellos el ministro de Justicia. El nuevo titular de la cartera que abriga a la policía federal es el ex secretario de Seguridad de Brasilia, comisario Anderson Torres, un defensor de la liberación del armamento a civiles.
Bolsonaro amenazó la semana pasada con usar al ejército para contrarrestar las cuarentenas y confinamientos en los estados, una posición contraria a los cuarteles.
Braga Netto tiene la experiencia de haber sido interventor para militarizar la seguridad en Río de Janeiro en 2018, por orden del expresidente Michel Temer.
El principal candidato a reemplazar a Pujol es Marco Gomes, jefe de la región del noreste, bastión del opositor Luiz Inácio Lula da Silva, habilitado ese mes para enfrentar a Bolsonaro en 2022.
Gomes fue viceministro del Gabinete de Seguridad Institucional -del que dependen los servicios de inteligencia- del gobierno de Michel Temer tras la destitución de Dilma Rousseff, entre 16 y 18.
Otros nombres que por antigüedad están son los generales José Luiz Freitas, Marcos Antonio Amaro dos Santos y Paulo Sérgio.
La anulación de las condenas contra Lula también pesó, según allegados al presidente citados por los portales el canal GloboNews y el portal de noticias UOL, Bolsonaro esperaba una reacción publica de Pujol de repudio a la decisión del Supremo Tribunal Federal (STF) de anular la condenas contra Lula en la operación Lava Jato, lo cual habilitó al expresidente a participar de los comicios de 2022, para los que es uno de los favoritos.
“Pujol se transformó en la piedra en el zapato de Bolsonaro”, dijo un interlocutor del presidente citado por esos medios.
De acuerdo a la información, Bolsonaro buscó pero no obtuvo de Pujol un comportamiento similar al que en 2018 tuvo el entonces jefe del Ejército, general Eduardo Villas Boas, quien confesó que hizo un mensaje por Twitter para amenazar al STF, con consenso del Alto Comando, en caso de que liberara a Lula, que en esa época estaba preso.
Bolsonaro viene reclamando una acción de respaldo por parte de Pujol desde el inicio de la crisis por el coronavirus.
El jefe del Ejército dijo que el combate a la pandemia era el mayor desafío de su generación, y el año pasado se negó a abrazar a Bolsonaro durante un acto público en Porto Alegre.
Con barbijo, Pujol evitó un abrazo de Bolsonaro y le dio el codo, como sugieren los especialistas para mantener distancia física y evitar contagios por coronavirus.
Bolsonaro es el comandante de las Fuerzas Armadas por ser el jefe del Estado pero su relación con el Ejército tiene idas y venidas. El teniente paracaidista Jair Bolsonaro fue expulsado en 1988 de la fuerza por indisciplina, al querer armar un movimiento para pedir aumento salarial y amenazar con poner una bomba en un cuartel. Finalmente hizo un acuerdo y fue ascendido a capitán, cargo con el que se lo conoce actualmente.
Según el analista Rudzit, esta crisis aliviará la imagen de los militares en el gobierno de Bolsonaro, luego del impacto negativo que tuvo la presencia de un general ajeno a la medicina como Eduardo Pazuello al frente del Ministerio de Salud desde mayo de 2020 hasta la semana pasada, con Brasil convertido en el epicentro mundial de la pandemia, con más de 320.000 fallecidos.
El vicepresidente Hamilton Mourao, un general que apenas se habla protocolarmente con Bolsonaro, negó cualquier chance de golpe de Estado y destacó que sea cual fuera el comandante militar estará “dentro de la legalidad”.
El año pasado, Bolsonaro participó de manifestaciones en plena cuarentena para reclamar la intervención de las Fuerzas Armada en la corte y el Congreso. Nunca fue acompañado por el general Pujol en esas incursiones.
Fuente: Agencia de Noticias Télam