“Mario tenía deseos y proyectos, trabajar y formar una familia con su novia. El volvía del médico como cualquier persona, no estaba ni deprimido ni pensaba suicidarse. Era un joven normal y preocupado por sus padres y hermanos”. Las respuestas de Eliezer Golemba durante trece años fueron similares, poderosas, sin vueltas. Hoy tiene la misma edad de Mario, los 27 años con que fue visto por última vez el jueves 27 de marzo de 2008. Creció y robusteció su reclamo, para contener a su madre y hermana, para continuar los pasos de su padre que se apagó luchando por recuperar con vida al muchacho alto, macanudo y desgarbado que lo acompañaba en la chacra de Picada Indumar en Dos de Mayo.
“Pasaron trece años y veo que no es Mario nomás el que no tiene voz, que son muchos Marios en la misma situación y que todos sus familiares nos sentimos solos, sin justicia, sin avances y ninguneados por el poder”.
Eliezer Golemba hace varios años mudó su vida a Resistencia Chaco, llevó a su madre Irma y sus dos hermanos menores para contenerlos y reintentar la vida, sin su hermano mayor y su padre Antonio que falleció en abril de 2016 por una trombosis, arrumbado de luchar porque se resolviera el caso.
Hoy docente, profesor de Geografía, se sostiene como referente de su familia en el reclamo por la aparición de Mario Fabián.
Durante trece años nos maltrataron, ningunearon a mis padres, los boludearon, porque nada se investigó, surgieron voces y pistas coincidentes y no hubo ninguna respuesta de la Justicia. Hoy ya no tengo dudas, enfrentamos un poder inmenso que decidió que no se sepa nada, que no haya ningún responsable por la desaparición de mi hermano”.
Eliezer remarcó también que mantiene vigente la esperanza y que continuará el reclamo: “Alguien alguna vez va a aparecer y contar la verdad. No puedo creer que se pueda callar tanto tiempo. En una semana se resolvía el caso con voluntad política”.
Insistió que ante la pesquisa “debió darle intervención a una fuerza federal para que investigara a la policía de Misiones y no que hacer aparecer huesos cada tanto en puntos distintos, alejados que ya ni siquiera se animan a avisarnos, no nos informan nada más, no se investiga nada”.
“Qué intereses tan grandes se esconden, no lo sé, pero lo que más duele es que además de sólo ofrecernos silencio, nos maltratan, insisto, nos boludean”.
Ni una copia, ni una respuesta
“Una sola vez la jueza de Oberá (hoy en trámite de jubilarse, Alba Kunsmann de Gauchat) nos recibió e intentó explicarnos algo, pero una larga charla de una hora y todavía esperamos que nos deje hacer una copia del expediente, no nos dejó verlo siquiera, ni una foto, nada de nada”.
“En estos trece años tampoco hay que olvidar que montaron una búsqueda de huesos, hicieron una excavación en una vivienda de Dos de Mayo y todos sabían que allí no había nada, nos lo decían en la cara, no lo van a encontrar allí. Mi papá se murió esperando que encontraran los restos de Mario para poder velarlo y llevarlo al cementerio”.
Eliezer reiteró como metáfora del dolor que arrastra: “Mario sigue apareciendo en el padrón electoral, ni siquiera ese reclamo civil nos respondieron”.
Las últimas señales de Mario con vida
De acuerdo a lo que la investigación policial logró reconstruir en trece años de causa, fue que el jueves 27 de marzo de 2008 a las 7.10 Mario Golemba subió a un colectivo rumbo a Oberá a consultar a una nutricionista. A las 10.12 avisó por celular a sus padres que había encontrado a la profesional.
No fue el último mensaje. A las 12.10 les manifestó que ya había sido atendido. A las 12.48 les reveló que se iba a quedar para hacerse algunos análisis a la tarde.
A las 13.05 fue el último mensaje que recibió la familia. Les contaba que iba a regresar con el micro de la tarde. Sus padres lo esperaron, pero Mario jamás regresó.
Desde la Justicia no se descartó nada e incluso, se llegó a poner bajo la lupa a dependencias policiales, teniendo en cuenta que una de las tantas versiones daba cuenta de un posible arresto del joven.
En ese contexto surgió la teoría, a decir de algunos testigos, de que podría haber recibido apremios por parte de las autoridades de la fuerza provincial.
Pero durante trece años, ninguna de las pistas avanzó, ni las que intentaron relacionarlo con un suicidio o las que tejieron a su alrededor un perfil de joven consternado y con problemas de salud graves. No hubo más datos o esperanzas concretas.