El título del libro escrito por las médicas argentinas Dra. Nélida Barreiro Trelles y Graciela Díaz Barreiro, radicadas en el exterior, miembros de la Asociación Internacional de Medicina Integral que aborda el tema de las propiedades curativas que tiene el mundo vegetal. Parten de la idea de la Física Cuántica que afirma que poseemos un cuerpo de “materia” y uno de “energía” inseparables, que interactúan constantemente entre sí.
De lo cual se deduce que un ser vivo pose mucha más energía de vida que una sustancia creada en laboratorio.
Que las plantas tienen un poder de curación ya no se tiene duda alguna, pues sus propiedades han sido harto estudiadas. Cuando están vivas tienen mayor cantidad de energía y es menos efectiva si la planta está seca, disminuyendo su acción a medida que pasa el tiempo hasta desaparecer a los dos años.
Las plantas vivas que tenemos en la cocina también tienen sus atributos medicinales probadas por la experiencia de miles de años.
Relacionada con este tema hay una cuestión sobre la que se podría reflexionar y que las autoras presentan así: “…a los niños se les enseña que la enfermedad es una situación pasiva y que para alejarnos del dolor y del malestar debemos recibir drogas, ya sea por vía bucal o inyectadas, por lo cual las mismas se constituyen en la fuente productora de bienestar…”. Se realiza así un condicionamiento o programación inconsciente que durará toda su vida, probablemente.
Sin embargo se le puede enseñar que él mismo, con su energía personal y su propósito, puede participar activamente para lograr terminar con su malestar o enfermedad. Todos conocemos personas que no hacen el mínimo esfuerzo por colaborar con su recuperación, se limitan a tragar sus pastillas y sabotean con su conducta diaria el esfuerzo que debe realizar el cuerpo para re-equilibrarse. Es injusto darle al médico toda la responsabilidad de la curación y quedar en actitud pasiva. Pero la conducta activa de colaboración, de involucrarse en el proceso se aprende de niño.
La cocina es un magnífico lugar para que el niño aprenda que el mundo vegetal nos ofrece sus cualidades y propiedades para restablecer la salud, aunque sea solo tocando las verduras para pasarlas al adulto quien las va a preparar.