Cada día frente al espejo mírate y a través de tus ojos háblale a tu madre. Dile todo lo que llevas dentro, no te limites en palabras, resentimiento, odio. Saca todo, si lloras no importa. Cuando hayas sacado todo (puede llevarte semanas inclusive), cuando sientas que el sentimiento disminuye entonces comienza a hablarle con amor igual frente al espejo.
Cuando comiences a sentir las palabras lindas date cuenta que también te hablas a ti como si tu madre te las dice. Cuando la palabra y tus ojos demuestren estos sentimientos bellos; ve con tu madre y dile estas palabras: libérate y libérala. Ella no pudo darte algo mejor porque no lo tenía. Cuando sanes con ella te darás cuenta que repetiste con tu hija lo que recibiste. Comienza a hablarle palabras amorosas también, si no te quiere escuchar háblale a tu hija a través del espejo.
Tu hija también espera escuchar esto de ti. Somos eslabones de una cadena de relaciones frías y secas, si has tomado consciencia entonces rompe la cadena, que a partir de ti sea diferente. Deja la culpa. Has sido la mejor madre que has podido ser. Ahora puedes ser contigo y con tu hija la madre que necesitaste de niña.