Desde antes de la pandemia del COVID-19 la igualdad de género era una asignatura pendiente que desafiaba a quienes hacían las políticas laborales a enfrentar sus raíces estructurales, aún cuando se habían registrado importantes avances en las últimas décadas. Con la crisis económica y social actual han aparecido nuevas dimensiones que ensanchan las brechas. En ese nuevo escenario, la participación laboral de las mujeres durante la pandemia fue la más golpeada.
Según los últimos datos disponibles, se indica que en 2020 la tasa de participación laboral de las mujeres experimentó una baja histórica de 5,4 puntos porcentuales llegando a nivel de 46,4%, esto significa que cerca de 12 millones de mujeres salieron de la fuerza laboral en Latinoamérica y el Caribe debido a la destrucción de empleos.
El retroceso en la participación laboral de las mujeres se produjo después de décadas durante las cuales se había registrado un aumento constante en su incorporación al empleo remunerado.
De acuerdo con los datos del “Panorama Laboral” de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hace más de 15 años que no se registraba una tasa tan baja de participación de las mujeres.
Efecto cuarentena
La tasa de desocupación de las mujeres en la región aumentó a 12,1% durante el año pasado, por encima del promedio de desocupación general, que subió a 10,6%, según destacó informe de la OIT. Esto significó que aproximadamente 1,1 millones de mujeres cayeron en desempleo.
Los sectores más afectados por la disminución de empleos femeninos fueron el de servicios hoteleros, con una contracción del empleo de -17,6%, y servicios generales, con -26%.
La reducción de la tasa de participación laboral femenina refleja el porcentaje de mujeres que salieron de sus trabajos por la pandemia, pero no buscan uno nuevo porque no hay empleo o han tenido que atender otras responsabilidades en la familia.
En tanto que el incremento de la tasa de desocupación representa el porcentaje de mujeres que busca empleo, pero no encuentra.
Esas 13,1 millones de mujeres que perdieron sus puestos de trabajo se suman a cerca de 12 millones que ya estaban afectadas por la desocupación antes de la pandemia. En total, alrededor de 25 millones de mujeres están desempleadas.
“Esta crisis sin precedentes exacerbó las brechas de género en los mercados de trabajo de la región, sacando de la fuerza de trabajo a millones de mujeres y anulando avances anteriores”, declaró el director de OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro.
“Hemos retrocedido más de una década en un año y ahora necesitamos recuperar esos empleos y pisar en el acelerador de la igualdad de género”, añadió.
Pinheiro subrayó que “en este Día Internacional de la Mujer (8 de marzo), es crucial reafirmar el compromiso para recobrar el terreno perdido durante la debacle económica y social en nuestros países”.
Evitar que la crisis se vuelva permanente
“A todo esto hay que sumar el aumento del teletrabajo y del trabajo en el domicilio en un contexto de cierre o suspensión de los espacios de cuidado asociado con las medidas de confinamiento y de distanciamiento físico”, comentó la especialista regional de empleo de la OIT, Roxana Maurizio.
La organización con sede en Ginebra, Suiza, planteó políticas sociolaborales pertinentes para evitar que la crisis regional se vuelva permanente y se extienda el alejamiento de la fuerza laboral femenina.
“Se requiere apuntalar, aún con más fuerza que antes, un proceso que asegure a las mujeres mayores oportunidades de empleo de calidad, formación y acceso a las nuevas tecnologías, reducción de brechas y el pleno cumplimiento de los derechos laborales”, precisó Maurizio.
Otra estrategia
Durante 2020, el año de la pandemia COVID-19, los mercados de trabajo de América Latina y el Caribe retrocedieron al menos 10 años y la crisis está lejos de terminar.
Unas 30 millones de personas están desocupadas y 23 millones habrán salido de la fuerza de trabajo ante la falta de oportunidades. En 2021 el empleo estará en terapia intensiva y los indicadores podrían empeorar, dice la OIT.
El Banco Interamericano de Desarrollo indicó que el coronavirus llegó en un momento de debilidad económica en la región: en los últimos años se registró un deterioro del PIB per cápita y la informalidad laboral alcanza al 56% de los trabajadores.
“Llegamos a 2021 con el empleo en terapia intensiva”, afirmó el director Regional de la OIT, Vinícius Pinheiro, en base al informe anual Panorama Laboral.
Frente a este escenario, los países de la región enfrentan ahora el desafío de “sentar las bases para una nueva y mejor normalidad”, lo cual implicará adoptar estrategias para generar más y mejores empleos en la medida que se vaya reactivando la producción y vaya disminuyendo la emergencia sanitaria.