Sigue siendo un desafío en construcción la igualdad o paridad de género en la Argentina. Tanto en lo público como en el ámbito privado.
Desde el acceso a espacios de decisión, pasando por las remuneraciones similares para iguales funciones; hasta el respeto humano.
En el día en que se firmará un acuerdo federal contra la violencia de género, se podrá ver a un par de gobernadoras junto al resto de sus pares mandatarios. Una demostración de lo mucho que falta para construir esa paridad de espacios también en la política.
Se debe llegar algún día a una política de Estado que supere partidismos y militancias, vinculado a esta declamada igualdad que sigue siendo inequitativa. Pero la preocupación más urgente sigue siendo evitar más femicidios en el país.
El NiUnaMenos que moviliza a miles de personas cada año no debe cesar en su reclamo y obligar a quienes ocupan espacios de poder público a generar respuestas. Si no, ante cada muerte sólo habrá discursos políticos de solidaridad que no devolverán las vidas perdidas.
Lamentablemente, sin las expresiones en las calles, muchos funcionarios parecen no dimensionar la gravedad de lo que está pasando.
Además de los cambios culturales que una gran parte de la sociedad tiene pendientes, hacen falta modificaciones estructurales en las acciones de protección de mujeres amenazadas, violentadas, que se sienten solas y abandonadas a su suerte sin garantías de supervivencia.
Creer que todo se logra con una restricción perimetral o un botón de pánico, es parte del problema que deriva en cada femicidio que se sigue sucediendo. Este flagelo que enfrenta la Argentina debe ser resuelto lo antes posible. Son medidas prácticas y universales en cada rincón del país donde exista una mujer en peligro de vida.