“Hacía mucho frío, llovía, eras muy chiquito, todo muy pequeñito, estabas enfermo, tenías sarna, garrapatas pulgas, todo tenías”. Así fue cuando se encontraron y como una señora dijo que se lo llevaría Claudia y Jorge se fueron.
“Estábamos a dos cuadras de casa. Llegamos y al ratito mi papá toca el timbre y me dice: ‘mirá acá hay un perrito que les siguió’”. Sin dudarlo lo hicieron entrar y Claudia le sigue contando: “te acordás que mami te bañó, te puso shampú, te secó con secador y a vos te gustó. Colita siempre escucha atento su historia y mueve la cola contento.
Ya parte de la familia llegaron la abuela Selva María (en la foto), quien siempre aprovecha para disfrutar momentos con él.
De pasar frío y hambre ahora tiene “una familia muy grande: está tu bisabuela, tus hermanos gatunos. Como cada uno tiene una canción Colita también y le cantamos: ‘Colita, colita, colita mía, pedazo de cielo que Dios me dio…’.
Claudia reconoce que “Colita nos eligió ese día, para que seamos parte de su manada”. Tiene una amiga-hermana, la perrita Becka, que es de unos vecinos. Siempre juegan juntos y ahora que se mudaron se visitan”. Le gusta comer chipa con Jorge, lo acompaña, tomamos mate y cuando escucha a la chipera tempranito va y despierta a Claudia para que vaya a comprar.
Él mueve la cola, ladra y se sienta a la espera de su chipa. Así las cosas con este mimado. ¡Gracias por compartir su historia! (Por R.T.)