Ay mis demonios, mis compañeros, mis instructores.
Ay mis demonios, ellos me hablan al oído mostrándome donde está mi sombra.
Ay mis demonios, ellos me alertan de todo lo terrible. ¡Qué sería de mí sin ellos!
Ellos son implacables, los más temidos. Feroces son sus voces que me habitan.
Gracias a ellos la lucha es en mi mente. Son tan temidos y crueles que cuando se materializan y devienen en reales se vuelven pequeños muy pequeños. Siempre es así, son mucho más grandes en mi imaginario. Se vuelven reales no sin antes hacerme transitar por la duda y la inestabilidad. ¡Esa es la práctica!
Me entrenan en las sombras, en la oscuridad y silencio de la noche. Hasta que al llegar el día, cuando sale el sol y puedo actuar veo que sus sombras eran grandes, mucho más grandes que la realidad.
Así es como ellos me muestran mis flaquezas. En la noche me susurran; no te olvides que el mal siempre entra por tu debilidad y es así cómo ellos me dan una pista por dónde tengo que comenzar.
El mal siempre entra por nuestras pequeñeces y debilidades.
Ellos me invitan a la realidad, me llevan a la acción. ¡Teme y morirás! Me gritan. Así es como ellos mismos se convierten en mis ángeles alados.
Me incitan a la acción, a salir del encierro, traspasar las fronteras, enfrentar la oscuridad. Sabiendo que al final se encuentra la solución ellos mismos me corren, me sacan del rincón hasta que al fin, al ponerme en marcha comienzan a desaparecer.
Tal cual como la oscuridad de cada día da paso a la luz, ellos dan paso a los ángeles que me llevan inevitablemente a la claridad de mi conciencia.
¡Por favor no me los saquen! Ya que siempre son ellos los que me corren haciéndome caminar.
¡Por favor no los maldigan! ya que ellos mismos son ángeles que me llevan a la luz.
¡Por favor, no me adviertan! son ellos que me muestran mi debilidad.
Y así es como ángeles y demonios habitan en mí. Los unos inseparables de los otros, danzando cada día a favor de la música de la creación hasta el final.
Al igual que en la naturaleza, en mi habitan ambos. Su danza da paso a la energía creadora que siempre es precedida por el caos y la oscuridad.
Al igual que en la naturaleza en mi las dos fuerzas coexisten. Ya nos les tengo miedo. Ángeles y demonios ambos me pertenecen y yo al fin soy una con ellos.