El documento dirá que nació el viernes 19 de octubre de 2001 en Capital Federal. Pero ese dato será apenas anecdótico. Miguel Ángel Acosta (19) es más misionero que el mate, la chipa o la mismísma tierra colorada. Es que cuando tenía apenas 25 días de vida, Misiones se cruzó en su destino y lo acobijó para siempre.
Fueron las canchas del barrio Santa Rita de Posadas quienes lo vieron por primera vez con la pelota en la mano, el grupo de amigos de los domingos y papá Elizardo, quien le inculcó el amor al fútbol. Sin embargo, cuando tenía 14 años, se produjo el regreso a Buenos Aires, pero para cumplir el sueño de Primera.
“Vivir todo lo que estoy viviendo es un sueño hecho realidad. Al Tanque Silva lo veía por TV y hoy lo tengo de compañero. Todo esto es una locura”, resume Miguel, uno de los cuatro arqueros del plantel profesional de Argentinos Juniors, en diálogo con EL DEPORTIVO.
El guardavallas misionero habló con este suple y contó cómo es el día a día en el Bicho, las anécdotas con el goleador uruguayo ex-Boca Santiago Silva, todo un personaje; y el increíble viaje que le permitió conocer China antes que las Cataratas del Iguazú. “Es un orgullo jugar en el Semillero del Mundo”, subrayó Miguel desde La Paternal.
Miguel, ¿sos o no misionero?
(Se ríe) Sí, sí… Nací en Buenos Aires, pero a los 25 días me fui a vivir a Posadas. Yo siempre digo que soy misionero, si me crié a torta frita y en la tierra colorada, en el barrio Santa Rita, con mi papá Elizardo, que es plomero, y mi mamá Mirtha, que es peluquera. Soy misionero, sin lugar a dudas.
¿Cómo arrancaste con la pelota?
Yo empecé en el barrio, jugando de defensor central, me encantaba tirarme al piso. Y cuando tenía 7 años, me fui a Guaraní. Un día faltaba el arquero y me mandaron a cubrir. Como me fue bien, me empezaron a mandar siempre al arco. ¡Me quería morir! Yo quería jugar… Fue de casualidad, pero eso marcó mi destino y hoy no me arrepiento. Siempre digo que, si no fuera arquero, no sé si hoy estaría jugando.
¿Y cómo llegaste a Argentinos?
Cuando tenía edad de Novena, me fui a jugar a Crucero del Norte para las inferiores de AFA. Estuve ahí todo 2015, hasta que el club anunció que iba a dejar de jugar esos torneos. Y como el padre de uno de los chicos conocía al coordinador de Argentinos, nos dijo que estaban probando jugadores. Yo ya tenía la idea de irme a probar a Buenos Aires. Y se dio todo. Me fui y quedé a la semana. Tenía 14 años.
¿Cómo fue llegar a un club con tanta historia?
Yo era chico y no tenía dimensiones de lo que era el club. Y cuando empecé a conocer, a escuchar, a ver que era el Semillero del Mundo, todo lo que se logró, los nombres que salieron de ahí, empecé a caer. Hoy siento mucho orgullo de jugar acá. Estoy en un buen lugar y sé que, si voy cumpliendo las etapas, Argentinos es una puerta grande al mundo. Es un orgullo jugar en el Semillero del Mundo.
¿Cómo fue tu llegada al plantel profesional?
Me tocó jugar en Reserva de muy chico, debuté con 16 años. Por suerte me fue bien ese año y además salí campeón con mi categoría. Ese debut fue en 2017, en cancha de Banfield. Todavía lo recuerdo y me da mucha impresión. Era muy chico, muchos nervios. Recuerdo que ese día tuve como compañero a Nehuén Pérez, que después fue jugador de la Selección Argentina y hoy está en España. Una locura.
¿Cuál es hoy tu realidad?
Bien, ahora estoy con el plantel de Primera, me subieron en noviembre de 2019. Somos cuatro arqueros, comparto con Lucas Chávez, Leandro Finocchietto y Nicolás Forestier. El último que subí fui yo. Y es una locura entrenar con la Primera. Es lo que siempre les digo a mis amigos de Posadas que son hinchas de Boca. El otro día hicimos un reducido y lo tenía enfrente al Tanque Silva. Para mí ya es algo normal, pero a veces me pongo a pensar un poco y me cae la ficha, como que me sale preguntarme qué estoy haciendo acá. Es un sueño hecho realidad, al Tanque lo veía jugar la Libertadores por TV con Boca y hoy lo tengo como compañero. Si me pongo a pensar mucho, no me entra en la cabeza.
Tendrás miles de anécdotas…
Tengo una con el Tanque… Era mi primer día de pretemporada con la Primera, en Mar del Plata, y estábamos practicando definición. El Tanque tenía que hacer de último hombre. Entonces viene el que estaba por definir y Silva se tira al piso para tapar el remate, pero pasa de largo y el delantero queda mano a mano. El Tanque me grita desde el piso, “¡salí!”. Yo salgo y tapo el disparo. Y ahí viene, se me pone cara a cara y me dice “¡Bien Guacho! ¡Así te quiero siempre!”, así eufórico. Imaginate. Él vive así, al ciento por ciento, cada entrenamiento… Y siempre nos junta para aconsejarnos, nos habla bien, nos dice que estudiemos, que estemos preparados, que tengamos cuidado con los representantes, algunos consejos tácticos para mejorar… Un verdadero fenómeno.
¿Y dentro de la cancha? ¿En un partido oficial?
Algo lindo que me pasó fue que, antes, cuando la Reserva jugaba los preliminares de Primera, me tocó estar en el banco en cancha de Boca Juniors. Fue una experiencia muy linda. Y después todo lo que significa estar con el plantel profesional, que es conocer a fondo los estadios, salir del hotel al micro, vivir todo eso es un sueño hecho realidad. Por ejemplo, este año me tocó jugar un amistoso con la Primera ante Arsenal, que fue uno de los televisados, cuando el fútbol volvió tras el parate por el coronavirus. Me fui a buscar una pelota atrás del arco y ahí me di cuenta que había una cámara que me seguía. Fue una locura. Siempre les pregunto a mis compañeros cómo es el debut, y todos te dicen que te vas acostumbrando, que al tercer o cuarto partido ya no escuchás nada más allá de la cancha. Es algo que me gustaría vivir y disfrutar cuando me toque.
¿El arquero tiene que tener más paciencia para debutar?
El del arco es un puesto muy particular. Al arquero no lo podés sustituir, entonces siempre hay que esperar. Debutamos tarde, es cierto, pero también nos retiramos más tarde, podemos aguantar un poquito más que el jugador de campo. Por eso es que, para ser arquero, tenés que estar fuerte de la cabeza y ser paciente hasta encontrar tu momento.
¿Cómo vivió Argentinos, desde adentro, la muerte de Diego?
Fue una tristeza enorme, lo sentimos muchísimo. Cuando llegás a la cancha, el primer nombre con el que te encontrás es el de Maradona, en el club hay murales por todos lados, entonces está siempre presente en el club. Recuerdo que ese día estábamos entrenando y los dirigentes se fueron en combi a la Casa Rosada para dejar esa camiseta que luego pusieron encima del cajón. Fue un día muy triste, sobre todo en La Paternal. Yo no tuve la suerte de conocerlo, pero siempre tenía la esperanza, siempre me decía “algún día va a caer al vestuario y nos va a saludar uno por uno, o en un entrenamiento”. Era un anhelo, un sueño, pero lamentablemente no lo pude cumplir.
¿Es cierto que conocés China?
Sí, sí (se ríe)… No conozco las Cataratas del Iguazú, pero sí la Muralla China (se ríe). Con Argentinos fuimos a jugar contra una selección de allá en 2017, estuvimos una semana para jugar sólo un partido, así que después tuvimos tiempo para conocer la Muralla y otros atractivos turísticos. Puedo decir que jugué un partido en China (se ríe). Recuerdo que jugamos a las 16 y acá en Argentina eran como las 3. Yo me acordaba de mis viejos, que seguro estaban redurmiendo y yo allá, del otro lado del mundo, jugando al fútbol. Al final, empatamos 1-1 y ganamos por penales.
¿Qué es lo que más te sorprendió de ese viaje?
De China me sorprendió lo avanzados que están tecnológicamente. En la calle, por ejemplo, había micros totalmente eléctricos. Además, la sociedad es muy limpia, son muy amables y respetuosos.
¿Extrañás Misiones?
Soy muy familiero y siempre me costó mucho irme de Posadas, pero bueno, a medida que pasa el tiempo, lo voy asimilando cada vez más. Yo era de ir a la cancha con mis viejos los sábados, de juntarme los domingos a comer asado con mis primos en lo de mi abuela. Y de un día para el otro, eso cambió. Me costó mucho. Por suerte, hoy tengo la posibilidad de ir y venir más seguido, pero al principio me costó horrores. De todas maneras, siempre supe que este era mi destino. Y siempre digo que, sea como sea que termine esto, cuando me retire, tarde o temprano, voy a volver a Posadas.
¿Qué sueños tenés a corto y largo plazo?
Si me preguntas a corto plazo, así como estoy, no puedo ser más feliz. Estoy con el plantel de Primera, cumpliendo sueños, objetivos, entrenando y mejorando día a día. Y a largo plazo, sueño con poder dedicarme a esto, juegue donde juegue, jugar en una liga grande o no. No me interesa si termino jugando en Inglaterra, pero sí quiero dedicarme a esto.
La llegada de Gaby Milito a Argentinos
Semanas atrás, Gabriel Milito asumió como entrenador de Argentinos Juniors en reemplazo de Diego Dabove. Gaby, de vasta experiencia dentro y fuera de la cancha, jugó en Independiente, Zaragoza y Barcelona de España.
“Es una persona con muy buena onda. Yo siempre lo admiré, te asombra porque jugó en el Barcelona, con todo lo que eso significa”, dijo Miguel sobre su nuevo director técnico, tras agregar que “es un tipo que, lo ves, y sabe mucho. Siempre hablo con el profe de arqueros y me dice que lo aproveche, que quizás no tenga muchos entrenadores así en mi carrera, así que estoy en ese estado, en aprovecharlo y aprender lo máximo de él, todo lo que sea posible”.
En cuanto a lo técnico, Acosta explicó que “a nosotros, los arqueros, ya nos mostró como un centenar de maneras de salir jugando”. El Bicho, expectante con el nuevo DT.