Cada 28 de enero se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Protección de Datos Personales, para concientizar a usuarios y empresas sobre el uso responsable de los datos y promover las mejores prácticas de privacidad y protección de la información.
Para 2035 la humanidad producirá 2,1 zettabytes (miles de millones de terabytes) de datos anuales y gran parte de ellos son provistos por los propios usuarios e ingresados a diversas plataformas: números de tarjeta de crédito, identificación personal, hasta talle de calzado y preferencias personales.
Estos datos son utilizados por empresas para mejorar sus ofertas, ya sean de comercio electrónico o de servicios.
¿Qué efecto puede tener esta circulación masiva de datos cuyo destino a veces se desconoce? ¿Es verdad que los datos de los usuarios corren peligro? ¿Cómo pueden asegurarse de que no lleguen a manos equivocadas?
Con apenas unos segundos de reflexión, llegaremos a la conclusión de que no tenemos un control exhaustivo acerca de que hemos hecho con nuestros datos personales. Tampoco somos conscientes de lo que implica esta cesión de datos, ya que no tenemos conocimiento de nuestros derechos y obligaciones en materia de protección de datos.
¿Conozco todos los datos personales que fui cediendo? ¿Quiero que empresas y organizaciones sigan utilizando mis datos personales? ¿Quiero que me sigan llamando porque mis datos personales aparecen en una base de datos de un servicio que no tengo contratado?
Últimamente, dada la importancia que tiene la tecnología en nuestro día a día, se debe garantizar a los ciudadanos una protección eficaz sobre los datos personales cedidos a través de la red. Acciones como el acceso, cesión o almacenamiento de datos personales, entre otras, plantean nuevos e importantes retos, ya que se debe garantizar a estos datos la misma seguridad que se daría a aquellos cedidos en un centro físico.