Hacer de la Navidad un festejo completamente enfocado en la materialidad y las estructuras de las formas trae como consecuencia perdernos el mensaje sagrado que ella nos trae. Existe un sentimiento de miedo, angustia y ansiedad que antecede para muchos a las fiestas.
Muchas personas cargan con la preocupación por quiénes van a estar y quiénes ya no están, tanto física como relacionalmente. La organización, las divisiones familiares en las elecciones y demás situaciones conocidas van restando importancia al verdadero significado de la Navidad.
El bullicio, las comidas, las compras, la organización sin el verdadero mensaje de la Navidad, hacen que todo el acontecimiento pierda sentido el día después.
Sin embargo, si por un instante logramos apartarnos de la preocupación de los regalos, de los platos festivos, de lo invitados y los manteles, podemos prestar atención a una voz que dentro nuestro, casi imperceptible al principio, toma fuerza con el correr de los días y nos va mostrando el verdadero mensaje oculto de la Navidad que no es igual para cada uno de nosotros.
Sólo observa y acepta todo tal y cual es… observa, quién está y quién no… quién se fue y no va a volver más dejando un vacío y quién llega cargado de ilusiones… dónde, cuándo, cómo y por qué… ¡Déjaselo al Universo!
Simplemente observa sin interferir, es época de soltar el control y aceptar el desafío de confiar en la vida que siempre tiene un mensaje para cada uno de nosotros.
Si puedes resonar en tu corazón, tanto en lo bueno como en lo malo, sin gusto o disgustos, sin preferencias o aversiones descubrirás e integrarás a todos en tu corazón. Tal es el momento del año en el cual tenemos la posibilidad máxima de expandirnos para integrar a todo y a todos en nuestros corazones.
Más allá de lo que suceda afuera, observa y siente dentro, no te escapes en la organización, deja que todo fluya y que nada influya, siente el latido de tu corazón, ve a tu interior, a ese lugar sagrado en donde todos somos uno. ¡Ya es tiempo! Urge un cambio de conciencia en donde podamos habitarnos desde adentro para construir un lugar mejor en donde vivir, para toda la humanidad.
Entonces vive la Navidad como el milagro que es. Vívela no con exigencia. Vívela con aceptación, con reconciliación, con solidaridad, con humildad, no gastes tiempo en vanos placeres porque la Navidad es más que un reunión familiar, es más que el regalo, es más que el vestido de color rojo no quiero decir que todo eso sea desechable, digo que no te pierdas en el afuera, que aprovechemos, todos y cada uno de nosotros, el momento máximo de la expansión que nos traen las fiestas y recuperemos ese impulso del orden amoroso para construir algo mejor colectivamente.
El cambio es vida, aprovechemos este momento presente de grandes transformaciones. Cambia y sigue hacia adelante desde el lugar en el que te toca estar.