Muchas veces vivimos situaciones difíciles, inexplicables, sorpresivas, para las cuales nunca estamos preparados y por más que intentemos entender el motivo no lo encontramos.
Una enfermedad grave, alguien que nos abandona ya sea porque se va o porque su tiempo en este mundo terminó, proyectos que no salen como esperábamos, una amistad especial para nosotros que se termina, muchas pueden ser las situaciones, pero todos sentimos en esos momentos un gran dolor, un vacío inmenso, la imposibilidad de ver la luz al final del camino, pero como dice la letra de una canción que no recuerdo bien: “aunque no lo veamos, el sol siempre está”.
Todos tenemos un tiempo diferente, un proceso interno necesario para superar y sanar las heridas, lo cierto es que ese proceso comienza cuando aceptamos lo ocurrido, cuando dejamos de buscarle los “por qué” o dejamos de analizar si fue justo que eso ocurriera.
Cuando por fin aceptamos que eso nos pasó estamos a punto de comenzar el camino que nos lleva al aprendizaje, a encontrar el regalo escondido, o al menos el consuelo si se trata de una pérdida, a poder hallar la puerta que conecta un alma con otra aunque un alma esté en la tierra y la otra en el cielo.
Cuando algo nos golpea fuerte, por dentro tenemos una fuerza aún más fuerte para poder salir de esa situación, para poder surgir fortalecidos de las cenizas, mejores personas, más comprensivas.
El otro día escuché una frase en una película que me encantó: “Dios está en el negocio del reciclaje, de convertir basura en tesoro” y de eso se trata, poder salir adelante mejores de lo que éramos antes.
No dejarnos vencer, entender con el cuerpo y con el alma que rendirse nunca es una opción, como dice la canción de Laura Pausini:
“Vas a salir a la calle
Y comenzar desde cero
Y darte cuenta que nadie y que nada
puede robarte el futuro
Es importante
Tú eres importante”
“En ti debes creer
Cuando el mundo no lo haga ya
Deja siempre una marca
y el amor la recuerda
Aunque tú no te des cuenta
estarán en tus ojos las respuestas que esperas”
Las situaciones difíciles suelen ser sorpresivas y nunca nos sentimos preparados para afrontarlas, pero si vinieron a nuestra vida es por algo, en vez de pensar ¿Por qué a mí? pensemos ¿Qué puedo aprender de esto?
Es muy difícil cuando estamos en medio del dolor ver que puedo aprender de la situación, pero al principio basta con creer que algo vino a enseñarnos y que más tarde o más temprano encontraremos ese regalo.
Seguir adelante es el desafío de poder pararnos sobre lo sufrido, recoger el aprendizaje sin perder la sonrisa y la capacidad de amar.
Es hacernos más humanos y una mezcla rara entre sensibles y fuertes.