Dionisio Gallardo (89) es oriundo de Azara, pero desde hace varios años vive en Apóstoles y con más de 30 años en el rubro es uno de los más populares vendedores de empanadas de Apóstoles. Vendía sus delicias en los molinos, las escuelas, los colegios y las distintas entidades de la Capital Nacional de la Yerba Mate.
Siempre acompañado de su esposa, Dionisio fue el sostén de su familia y sin dudas su vida fue sacrificada. Con sus 89 años y una memoria intachable recibió en su casa a PRIMERA EDICIÓN. En la ocasión, contó que si bien es de Azara, se acercaba hasta Apóstoles para vender mandioca a $8 el kilo. “Había un colectivo que venía desde allá. Había conocido a un colono que tenía mandioca de muy buena calidad y yo comercializaba en Apóstoles; mi transporte era el colectivo. En ese entonces me bajaba en la terminal que estaba donde ahora es la actual Casa del Mate”, relató.
Describió que como el producto que comerciaba era de calidad eso le permitió sumar clientes. “Caminaba por toda la ciudad y la gente confiaba que el producto era bueno. Tenía muchos clientes”, deslizó.
Siguiendo con su relato, señaló que “cuando llegaba el mediodía ya tenía todo vendido”, y recordó que “una vez en el barrio Chaquito (inmediaciones de la Expo Yerba) un señor me vendió una carretilla y eso me sirvió para llevar más mandioca. La dejaba en la casa de un policía amigo y volvía del colectivo a Azara”. Tener esta herramienta le permitió disponer de una mayor cantidad de kilos de mandioca para la venta.
Con el tiempo, Dionisio y su esposa comenzaron a cambiar de rubro y se instalaron en la Ciudad de las Flores. “Empezamos a vivir con mi esposa acá en un ranchito y en ese tiempo también trabajé de jardinero por todos lados”, narró.
Comentó que “después con mi señora se nos ocurrió hacer empanadas. Así que probamos la masa, el relleno y nos gustó. Trabajé tres años vendiendo empanadas. A la mañana salía con el canasto lleno de empanadas y al mediodía con el canasto lleno de mercaderías”, dijo sonriendo.
A la vez, agregó que “a la gente le gustaba la calidad, compraba nuestras empanadas y nos preguntaba por qué eran tan ricas. Les decía que no éramos cocineros, pero fuimos probando y así llegamos a la meta del sabor de las empanadas”.
Con el pasar de los días fue ampliando su radio de venta gracias a la compra de una bicicleta, que le permitía recorrer más calles. “Una vez me preguntaron por qué no me movía con una bicicleta y yo respondí que no sabía andar y tampoco me podía comprar. Pero, después pude adquirir una y aprendí a andar en una tarde”, recordó con satisfacción..
A Dionisio ni la lluvia lo paraba; es así que para esos días complicados buscó la manera de que las empanadas no se mojen. “ Armé con una gomita y un toldo para que quede apretado y seguro. La gente me preguntaba qué hacía por la calle si había tormenta, pero yo siempre digo que cuanto más sacrificio más vas ganar y fue así”.
Contó que “los vecinos me ven y se acuerdan de mí y me preguntan por mis empanadas, y les digo que muchos venden empanadas. Me acuerdo que el vecino Carlos Horodeski me decía ‘ahí viene la mejor empanada de Apóstoles’ y yo le decía que no diga así”.
Dionisio tuvo una vida sacrificada tanto en el campo como en la ciudad
“Hice hasta el tercer grado de primaria en Azara. Siempre trabajé en la chacra con mi papá Gerónimo y mi mamá Jacinta, ellos siempre me inculcaron las buenas costumbres”, apuntó.
Ya retirado, Dionisio contó que con sus changas hizo estudiar a sus hijos y “uno los ve y siente que hizo bien las cosas”, dijo.
Premiado
Gallardo fue premiado en el acto conmemorativo de la Batalla de Apóstoles con el premio Andresito, en el año 2003.
“En abril del próximo año cumplo 90 años y la verdad que estoy muy bien, la gente no puede creer. En la vida no tuve enemigos, pero siempre hay uno y es la injusticia”, contó Dionisio.
Apuntó que “en 2003 me dieron el Andresito, pero pienso que me gané por trabajar y ser honesto en lo mío”.
Por su parte, sus hijos recalcaron que “nunca nos faltó nada. Somos 11 hermanos y uno ya falleció. Con sacrificio supimos trabajar y nunca nos dejaron. Nos inculcó la fe, el trabajo digno y ayudarnos entre todos. Nos enseñó a compartir siempre, una galleta entre diez. Nosotros cuando podemos estamos juntos. Ellos dos son ejemplos de vida”.
Dionisio participó del concurso cultural Raspadita que tiene como objetivo acercarse a los abuelos para escucharlos y revalorizar la memoria. La actividad fue organizada por el grupo Creartic y Cultura en Alpargatas, coordinado por la docente Silvana Sánchez.
Para el concurso se buscaron los relatos que son guardados como tesoros por las familias. La idea es que sean contados por los mayores junto a los niños, y de esta manera unir las generaciones, manteniendo vivas las historias familiar.