Una competencia muy importante a la hora de gestionar nuestros vínculos es la escucha. ¿Cómo es tu escucha? ¿Escuchás para entender? ¿Escuchás esperando poder comentar tu idea? ¿Escuchas para aprender?¿Escuchas plantado en una posición, o abierto a comprender y transformarte?
Existen diferentes niveles de intencionalidad en la escucha que hacen la experiencia completamente distinta y llevan a diferentes resultados. Muchas veces la persona que escucha no está consciente que tiene un sesgo específico y que esto condiciona su percepción de lo que la otra persona está diciendo.
Esto sucede a menudo cuando estamos en un conflicto o situación que no es de nuestro agrado, ya que escuchamos con cierta predisposición lo que la otra persona pueda decir. A veces, nuestros problemas ocupan nuestros pensamientos y “escuchamos lo que queremos escuchar”.
En realidad lo que ocurre, es que estamos buscando la confirmación de algo que inconscientemente ya consideramos cierto. Este sesgo puede ser muy peligroso porque nos hace perder el mensaje principal, lo que la otra persona tiene para decirnos.
Otro escenario común, cuando se está debatiendo una idea ante opiniones encontradas, es caer en el error de “escuchar para rebatir”.
En el momento que identificamos el punto, interrumpimos o dejamos de prestar atención a lo que el otro dice, mientras en nuestra mente nos dedicamos a preparar el argumento de respuesta aunque la otra persona todavía este hablando.
Escuchar para entender es un hábito que se puede desarrollar. Aprender a escuchar con intención de entender puede ser la clave para resolver innumerables problemas de negocios e incluso relaciones personales.
Una persona que sabe escuchar puede desarrollar empatía y obtener la colaboración de otras personas más fácilmente. Lograrlo no es fácil, requiere concentración, determinación y el ambiente adecuado.
Lo importante es estar consciente de nuestras limitaciones al escuchar y prepararnos adecuadamente cuando necesitemos llevar adelante una conversación importante.
Salir del piloto automático en el que funcionamos habitualmente nos permitirá tomar conciencia de las emociones y creencias desde las cuales estamos escuchando, para ello, prestar atención a nuestras conversaciones internas es clave.
El mundo sería un mejor lugar si todos supiéramos escuchar con intención de entender y lo pusiéramos en práctica de forma consistente.
Propongámonos escuchar con atención, hablar con intención y cuidar el impacto de lo que decimos para mejorar nuestra calidad de vida.