“Debemos empezar por aceptar el desafío de una enfermedad que nos ha sorprendido al mundo entero y que todavía no conocemos como prevenirla ni combatirla. La realidad actual es que la pandemia no nos permite tener las fronteras abiertas”. Con estas palabras, el antropólogo Roberto Carlos Abinzano experto en temas fronterizos sentó postura en un tema que despierta fuerte debate en la provincia.
De hecho, la semana pasada vecinos de Encarnación (Paraguay) se movilizaron en una ruidosa manifestación para hacer oír su reclamo de reapertura del puente internacional Roque González de Santa Cruz, que une esa localidad con la capital misionera.
Rápidamente las redes sociales se abarrotaron de comentarios a favor y en contra, con las más diversas argumentaciones por el sí y por el no. Por ese motivo, PRIMERA EDICIÓN dialogó con Abinzano , quien además brindó una mirada y análisis sobre los procesos de integración en un contexto de aumento de contagios de COVID-19.
A continuación, algunos conceptos salientes de la larga conversación que mantuvo con este Diario.
Hay un fuerte debate social, económico y político sobre el tema apertura de las fronteras. En contexto de pandemia, ¿cuál cree usted que es el mejor camino a tomar por el Estado nacional y el provincial?
Con Brasil creo que hay que mantener la frontera totalmente cerrada y con Paraguay se podrían negociar protocolos. También habría antes que hacer algunos ensayos para ver cómo pueden funcionar. Estamos hablando del manejo de una epidemia en dos Estados diferentes, con legalidades, economías y reglas del juego diferentes. Hay que evaluar muy bien todas las variables.
Cada frontera es un caso específico, en el caso de Misiones, están las realidades de otras ciudades fronterizas de nuestro país con Paraguay, Brasil, Bolivia, Uruguay y Chile. Hay que tomarlo como el problema serio que es. Cada provincia tendrá que ver con una estrategia. Yo supongo que se deberá trabajar en forma conjunta Nación-Provincia. En este momento el Gobierno nacional ha delegado a las provincias la responsabilidad del control de sus habitantes, cosa que me parece bien porque es un acto de federalismo, pero no exageremos porque no podemos pasar de un unitarismo estricto como el que veníamos teniendo a un federalismo sin escalas. Se requiere trabajar en forma conjunta por las responsabilidades que le caben a cada cual. No olvidemos que las fuerzas de control de las fronteras (Gendarmería, Migraciones y Aduana) en su mayoría son instituciones de control nacional. Nosotros tendríamos que instrumentar aquí, junto con los hermanos de Encarnación, distintos equipos de trabajo para regular el flujo de las actividades de comercio, educativos, etcétera
¿Usted cree que se puede pensar en una apertura aún sin tener una cura o tratamiento para el COVID-19?
Es posible hacerlo, pero hay que evaluar las consecuencias. Por eso digo que no se trata de una sola variable sino de muchas. Particularmente estoy totalmente a favor del comercio entre Argentina y Paraguay, pero insisto: la realidad no nos permite tener las fronteras abiertas, pese a que soy consciente de los terribles efectos sociales y económicos que el cierre de fronteras ha provocado en la gente. Si bien veo que en nuestro país se tomaron medidas de asistencia urgentes, como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) para ayudar a la población que está en peor situación, eso por supuesto no alcanza. Acá lo que se necesita es una reconstrucción de la economía y eso va a demandar tiempo y sacrificio y la situación económica es muy compleja, no sólo en nuestro país sino en los países vecinos también.
Los Estados que aplicaron estrategias restrictivas, como en el caso de Argentina, y los que aplicaron estrategias liberales, como Brasil, no mejoraron su economía. Sin embargo la cifra de muertos de este último país a causa del COVID-19 es un escándalo y la economía sigue empeorando.
Por otra parte, creo que con Paraguay se podría ver un sistema que permita la apertura, pero demanda que sea diseñado por los expertos, con el compromiso y la colaboración de ambos Estados y las provincias involucradas. Mucha gente de Encarnación (Paraguay) puede estar pasándola mal porque se le cortó el hilo de vinculación económica con Posadas, de todas formas aquí convergen problemas sanitarios, que hay que dejar en manos de los expertos, y un problema económico. También los expertos en esa materia deberán evaluar qué actividades proteger en este momento, con qué garantías, con qué controles y con qué seguimientos.
¿Cómo hay que pensar la frontera?
Tenemos que sacarnos de la cabeza la idea de un territorio cercado por una línea de frontera geopolítica y verla desde una perspectiva mucho más amplia. Concebirla como una región, no como una línea de frontera que separa en este caso de Misiones a tres Estados, sino como una amplia región que implica una historia y cultura compartida, las mismas características hasta geológicas, fauna, flora… Es decir, Misiones está totalmente inserta en un mundo bastante complejo que nosotros en nuestros estudios definimos como región de frontera. Esta región está desde siempre atravesada por muchos flujos que pueden ser conocidos, detectados, estudiados y hasta medidos. Son de todo tipo: personas, objetos, mensajes, información, enfermedades y otros.
¿Cómo se compatibilizan políticas de salud frente a la pandemia entre los tres países fronterizos?
Nunca se logró la integración de los sistemas de salud, tuvo problemas. Empezando, por ejemplo, en los comentarios negativos de mucha gente acerca de que los paraguayos cruzaran para atenderse en la salud pública de Misiones. En realidad, a esta altura, los sistemas sanitarios tendrían que estar fuertemente integrados y en todo caso crear un mecanismo de compensación para que todos los países pongan esfuerzos similares y demás.
Con Brasil sabemos, lamentablemente, que las estrategias de Argentina han sido completamente distintas y entonces para nuestro país es un serio problema abrir la frontera, porque ponen en riesgo las medidas que se tomaron desde nuestra realidad.
En el caso de Paraguay, que tuvo una política más restrictiva, más parecida a lo que fue nuestro país, pese a todo yo creo que todavía no estamos en el momento de descuidarnos. En Misiones ha empezado a crecer levemente el número de contagiados y fallecidos. Con el mayor respeto y cariño por los hermanos, con los que a mí personalmente me gustaría que tengamos un grado de mayor integración, en este momento la realidad indica que tenemos que tener mucho cuidado y no bajar los brazos. Hicimos un gran esfuerzo y tenemos que preservar a Misiones.