La crisis económica por la pandemia asfixió de tal manera a Victoria Batiana Colich (21) que salió a pedir ayuda solidaria para sostenerse. La chica es ciega, nació sietemesina y perdió la vista porque no tuvo la debida protección en la incubadora.
Cuando tenía 9 años su mamá falleció de cáncer y cuando cumplió 14 también dejó de existir su padre. A cargo de su único hermano hasta los 18 años, Vicky, como pide que la llamen, aprendió a valerse por sí misma en el Centro del Ciego Santa Rosa de Lima donde hizo muchos amigos que la contienen.
La falta de oportunidades y lo poco que le alcanza para cubrir gastos con la pensión por discapacidad la llevaron a animarse a poner un puestito de venta de alfajores en la chacra 32-33, en el entorno del California de la zona.
Para sus gastos en el día a día Vicky organiza rifas y otras acciones parecidas para sostenerse.
En la charla que mantuvo la joven con PRIMERA EDICIÓN, a quien recibió en su casa, explicó que a pesar de que “soy independiente para moverme y trabajar; sin embargo, una señora me viene a ayudar. Cocina y me limpia la casa, no me cobra nada pero ella también pasa necesidades y quiero compartir con ella lo que me puedan dar a mí solidariamente”, explicó.
“Yo vivo sola pero ella se hace un tiempito siempre para atenderme, ella tiene un trabajo pero siempre se hace un tiempito para estar”, explicó con elogios y palabras de agradecimiento hacia la mujer.
“Tomé la decisión de dar a conocer mi historia para darle a conocer a la gente que tengo mi puesto de alfajores. Con la pandemia se me complicó todo, y los gastos fijos de la casa son elevados, principalmente de luz cuando llega el verano”, comentó.
“Se me complicó mucho cubrir todos los gastos con el sueldo de la pensión y mucho más por la comida, por eso me vi obligada a conseguirme recursos”, recalcó.
“Las personas que me rodean tienen su vida y no me gusta interferir en ellas, trato de mantenerme lo más independiente que pueda. No puedo esclavizar a nadie por mí y por esa razón comencé a vender, igual es poco lo que puedo cubrir con la ganancia”, explicó Vicky sobre su actividad.
Todos los días, de lunes a sábados desde las 8 de la mañana ya está firme en su puesto más o menos hasta cerca las 13, salvo los días de lluvia.
Mes a mes, la joven dispone un porcentaje de lo que cobra de la pensión para la compra de la mercadería que vende. Compra al por mayor, por cajas y aunque tiene días muy buenos de ventas y otros no lo son tanto, y la ganancia en sí, siempre es mínima.
Contención
Cuando Vicky cuenta que quedó ciega por una mala praxis cuando fue a incubadora le tiembla la voz. Nunca pudo ver el mundo al que llegó pero aprendió a sentirlo, olerlo y percibirlo…Todo ello en el Centro del Ciego “Santa Rosa de Lima” al que asistió siendo niña y donde conoció a los amigos que la contienen.
“En Posadas contamos con grupos de compañeros ciegos y nos ayudamos entre todos, eso hace más llevadera cualquier situación. Costó con el aislamiento pero lo sobrellevé bastante bien”, sonrió.
Aparte de sus amigos del Centro, la vida también la ha rodeado de otras personas de buen corazón, como por ejemplo, una pareja que vende verduras al lado de donde ella situó su puesto. Son ellos quienes le compran las cajas de alfajores para que ella sólo se tenga que preocupar por atender el puesto.
Como mensaje Vicky sólo expresó que “todo lo que la gente sienta y pueda colaborar será bienvenido, incluso si quiere comprar alfajores que yo pueda vender”, pidió.