
Los meses que lleva la cuarentena intensificaron un desafío mundial que tienen los gobiernos y los gigantes tecnológicos, así como también las redes sociales: cómo regular los contenidos en Internet para combatir las fake news (noticias falsas).
¿Por qué hay que regular y combatir la desinformación? Porque generan cambios en el humor social de la gente, condicionan a los gobiernos, instalan ideas falsas en la población y crean enemigos que tal vez no existan sin esa fabricación.
“Alberto Fernández, presidente de Argentina, dio positivo para COVID-19”, fue la presunta noticia que invadió las redes sociales entre marzo y abril. Antes de eso, en la campaña del año pasado, otra noticia falsa tuvo que ver nuevamente con un hipotético problema de su salud (cáncer). Al respecto, el entonces candidato en noviembre tuiteó: “Agradecería que Marcos Peña deje de gastar los pocos dólares que todavía no dilapidaron en instalar noticias falsas por las redes. También agradecería a ciertos medios no prestarse a las fake news. Estoy muy bien y trabajando para ordenar el caos que nos dejan. Gracias”.
Las noticias falsas siempre existieron pero no tenían el alcance masivo y la velocidad de hoy, gracias a las redes sociales. La estrategia de circular constantemente información falsa tiene un nombre: “campaña de desinformación”.
Andrés Oliva, periodista de tecnología y redes sociales, explicó que las fake news buscan “apelar a los preconceptos de distintos sectores sociales, para fortalecer y construir prejuicios”.
Por otra parte, la Asociación por los Derechos Civiles emitió este año un informe donde menciona que las elecciones en Argentina “muestran que el fenómeno de la desinformación quizás está sobredimensionado”.
Algunos opinan que las fake news tienen cada vez más influencia. De hecho, si no hubiera sido por equipos de chequeo durante la campaña de 2019, se habría dado por cierto que Mauricio Macri utilizó un auricular en el debate presidencial, que la hija de María Eugenia Vidal llegó al Lollapalooza en helicóptero, que Axel Kicillof dijo que Venezuela es exitosa redistribuyendo ingresos o que al mismísimo Fernández le habían diagnosticaron cáncer previo a su candidatura (todo fue falso).
Vivimos una infodemia
La abogada posadeña Carolina Rodríguez, quien ha estudiado este fenómeno en los últimos años, señaló que “es producto de la infodemia, que se traduce como una epidemia de información” y consideró que “siempre que hay crisis hay un caldo de cultivo para que prosperen fake news y noticias falsas”.
Para cuidarse de caer en esta trampa “lo primero que se recomienda es ser escéptico, estar alerta y desconfiar. Lo segundo es buscar la fuente de información, buscar si está publicado en los diarios más serios o hablar con gente que sepa del tema”, explicó.
Señaló que “estamos todo el tiempo bombardeados por información y todos somos pasibles de caer en creer una fake news porque nos mandan noticias los grupos, nos manda nuestra mamá, nos manda nuestro hermano o nuestro amigo”.
Aseguró que “esto termina influyendo en el estado anímico de la gente”. Y aclaró que aquel que comparte una noticia no está buscando consenso ni debate sino que publica lo que cree que es real para que comenten y coincidan las personas que piensan igual. “Nadie publica para el que piensa distinto sino para el que piensa igual”, opinó.
A la vez, Rodríguez señaló que “muchas veces ocurre que una noticia falsa viralizada en redes sociales tiene mucha más circulación y credibilidad que la desmentida oficial y produce un daño irreparable”.
Y recordó un caso en la India donde se dijo que “un grupo de hombres había violado a una niña y fueron los vecinos del pueblo y los lincharon. Pero después se dieron cuenta de que era falso, pero ya era tarde”. Ese caso se produjo en un contexto de sensibilidad social debido a que pocos días antes se había producido una violación masiva real en la misma zona.
Carolina explicó que “todos los países están estudiando la regulación y en alerta porque influye y atraviesa todos los sectores: la salud, la economía, la política”.
Hay varios proyectos en el Congreso de la Nación para regular las fake news pero “es un límite muy fino para no caer en la censura previa. Es una línea delgada la de controlar sin censurar”, indicó.
En el humor social
Olivia Sorh, directora de nuevas iniciativas del sitio Chequeado, un portal que se dedica a revisar y corroborar el discurso oficial, señaló: “Lo que hace la desinformación es embarrar la cancha, hace que como sociedad terminemos hablando de cosas que no tienen base y se desvíe la agenda pública hacia temas que no son reales. Y a los ciudadanos les hace que sea más difícil para ellos estar informados porque tienen que tener una doble precaución: tienen que querer estar informados pero además tienen que (dilucidar) si la información que están recibiendo es verdad o no”.
Recordó que “el año pasado hicimos un proyecto llamado Reverso (con Chequeado) que estaba centrado en las desinformaciones políticas. La campaña sucia no es nueva, siempre se hizo, esto es una nueva forma donde se usa a los ciudadanos que -a veces a propósito y otras veces por ignorancia- comparten información. No se puede probar si tienen evidencia en los resultados electorales, pero sí embarran la cancha y obligan a que el debate se centre en otras cuestiones”.
Olivia recomendó que los ciudadanos deben “estar atentos y tener pensamiento crítico. Tomar medidas básicas, por ejemplo, si vemos una foto circulando, presionar botón derecho y buscar en Google a ver si es una foto de otro momento. O cuando llega un mensaje de Whatsapp con mayúscula, revisar en los diarios si está. Muchas veces juegan nuestras ganas de creer en algo. Muchas veces las desinformaciones apelan a nuestras emociones, indignaciones o ganas de creer y tener esperanza”, indicó.
Por último, se mostró en contra del control estatal: “de nuestro lado no quisiéramos que fuera el Estado quien dice qué se puede y qué no se puede decir. O que califiquen como falso algo que consideran que no debería circular incluso si no es falso. Creemos más en preparar a la ciudadanía para luchar con la desinformación”.