Con un total de 80 mil pesos en premios, pero sobre todo con la finalidad de acercar y acercarse a los migrantes a través de la función terapéutica de la escritura, la Fundación Arepa Viva (que asiste a los venezolanos que recalaron en Misiones y Corrientes) convocó a un certamen denominado “Cartas desde la Diáspora”, cuyos premios fueron entregados el último sábado.
Más allá del valor literario, “el certamen tiene que ver con lograr que la persona, a través de la escritura pueda hacer una revisión de sí misma, exteriorizar sus sentimientos para contextualizarse en el problema que está viviendo. Como sabes, la escritura es terapéutica desde todo punto de vista. Pero además, al permitirnos llegar a todos los lugares del continente, también nos da la oportunidad de recoger una cantidad de datos sobre la inmigración y sobre la diáspora en América Latina”, explicó a PRIMERA EDICIÓN el referente de Arepa Viva, José León Toro Mejías.
El concurso estaba destinado a migrantes de cualquier nacionalidad en cualquier país de la región, aunque por el tipo de vínculos que mantienen los organizadores, la mayoría del centenar de participantes eran venezolanos que enviaron sus escritos desde Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil y, por supuesto, Argentina, además de “un par de cartas desde México”.
“Nos escribieron unas 150 personas, pero por el formato y las condiciones de las bases, a concurso finalmente se terminaron enviando al jurado un centenar”, precisó Toro Mejías.
Después de una ardua deliberación, el jurado compuesto por Marcos Ibáñez (de la Sociedad de Escritores de Paraguay), Belén Silva (presidente de la Sociedad Argentina de Escritores filial Misiones) y Avelino Núñez (presidente de la SADE filial Corrientes) decidieron otorgar el primer premio de 40 mil pesos a Manuel García (venezolano residente en Chile), el segundo de 25 mil pesos a Jesús García (residente en Perú) y el tercero de $15 mil a María Luisa Cabañas, residente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
“La única condición es que estas cartas fueran de migrantes y que el tema fuera de inmigración, donde ellos exteriorizaran un poco sus sentimientos al respecto. Sin embargo, en el fallo del jurado se eligieron las cartas más sentidas en torno al tema migración-familia, migración-amistad y las compañeras que quedaron atrás, que al fin y al cabo terminan siendo también lo más representativo de este tipo de migraciones”, concluyó el referente de Arepa Viva.
Con respecto a los nuevos proyectos y desafíos que manejan desde la fundación, Toro Mejías apuntó que “estamos afinando para el próximo año trabajar sobre la homologación cultural: pensando en la manera que la gente pierde el acento y se adecua a nuevos modismos y nuevas formas culturales, nosotros trabajamos sobre cómo hacer que haya inclusión pero que a la vez la persona o la comunidad preserve sus valores culturales. Entonces, con la creación de Arepa Viva Juvenil y un centro cultural que tenemos ahora en Garupá, planeamos hacer actividades como cortos de video donde participen venezolanos y argentinos y pongan en contexto y en diferencias las palabras que puedan sonar igual pero que signifiquen diferente, y otros detalles de la lengua y de algunos elementos propios de la cultura que parecieran iguales pero no lo son”.
Asistencia que se expande
A nivel económico, no cabe duda que estos meses de pandemia se convirtieron en todo un desafío para los migrantes venezolanos en la región: en Arepa Viva (que abarca desde Foz de Iguazú en Brasil hasta Corrientes capital) a comienzos del año “teníamos el 96 por ciento de las personas ocupadas. A la llegada del COVID, como en la mayoría de los casos eran empleos un tanto ingratos, muchos fueron suspendidos o simplemente quedaron sin trabajo. Por eso, el presupuesto que nos entrega la Iglesia Luterana para atender a la comunidad lo transformamos íntegramente en módulos alimentarios y se entregaron a 77 familias, pero en la medida que se fue reactivando la economía, nuestros connacionales fueron de nuevo llamados y ya están ocupando algunas plazas de trabajo”, aseguró Toro Mejías.
Advirtió que “los más grandes, por encima de 45 años, son los que están teniendo más dificultades para volver a ocuparse, pero nosotros tratamos de fomentar emprendimientos para estas personas, como ventas de comida y prestación de servicios técnicos. Nuestro taller ha seguido funcionando y en la medida que salen trabajos, se les van derivando a cada uno para que puedan sostenerse mientras se normaliza la situación o consigan otras oportunidades”.
Aporte significativo
Con “Cartas desde la Diáspora” colaboraron la Pastoral para Migrantes y Refugiados de la Iglesia Luterana, la revista Prisma y otros entes privados que contribuyeron a los premios en metálico, además de las sociedades de escritores de Paraguay, Misiones y Corrientes.